El Gran Incendio ardió durante cuatro días en 1666 y dejó a 100.000 personas sin hogar; algunas de las grandes obras arquitectónicas que asociamos con Londres son producto de la reconstrucción, que también dio origen a la industria de los seguros, entre otros inventos
Cuando el fuego se inició en la panadería de Thomas Farriner en la calle Pudding Lane en las primeras horas del 2 de septiembre, nadie hubiera podido imaginar el daño que iba a causar. En una ciudad como Londres, en la que se usaba fuego abierto para obtener calor y luz, los incendios eran comunes. De hecho, el alcalde Thomas Bloodworth no se preocupó cuando vio las llamas y volvió a la cama. Pero el fuego se extendió rápido, a causa de los fuertes vientos, la cercanía de los edificios y el calor del verano que había secado la madera y la paja usadas para construir las casas. Como resultado, un área de más de dos kilómetros a lo largo del río Támesis quedó completamente destruida.
Pero con eso vino la oportunidad de reconstruir la ciudad. Un decreto real detuvo la construcción hasta que se emitieran nuevas regulaciones. La ley de Reconstrucción de 1667 tuvo como objetivo eliminar los riesgos que habían ayudado al fuego a tomar el control de Londres y dispuso restricciones para contrucción de pisos superiores, para que no sobresalieran de las plantas inferiores. También cambiaron los materiales de construcción, ya que la nueva legislación afirmaba que sólo se podían construir casas o edificios en piedra o ladrillo. Cualquiera que se encontrara en infracción de las nuevas reglas sería castigado con la demolición de su construcción.
No solo las casas eran de madera en 1666: también las tuberías de agua, así que gran parte de la infraestructura de suministro quedó destruida en el incendio. No había puntos de acceso para llegar al agua sin cortar su circulación. En medio del pánico por tratar de apagar el fuego, las tuberías se rompieron y el líquido se escurrió. En el intento de hacer el agua más accesible en caso de incendio, se dio inicio al sistema de hidrantes para atender incendios.
Las Regulaciones de Prevención del Fuego, impresas por la Ciudad de Londres en 1668, ordenaban que se instalen tapones en las tuberías, en cada calle o en los lugares más convenientes, donde todos los habitantes puedan verlos, para evitar que vuelvan a romperlas.
Una nueva catedral
La catedral de San Pablo es ahora uno de los edificios más icónicos de Londres, pero en 1666 se veía muy distinto a como lo hace hoy en día. El templo medieval, que tenía más de 500 años cuando se desató el fuego, había sufrido años de abandono e incluso era usado por Oliver Cromwell como establo para sus caballos. El arquitecto Sir Christopher Wren participó en las mejoras realizadas a la construcción en años anteriores al incendio y había presentado nuevas propuestas justo semanas antes del fuego, como revestirla en piedra y poner una cúpula encima de la torre existente.
Se sabe que la edad del edificio y los intentos de sostenerlo contribuyeron significativamente a su destrucción. Cuando las cenizas transportadas por el vientoe ncendieron el techo, los soportes de madera alrededor de la catedral aumentaron la intensidad de las llamas. Además, los londinenses pensaron que los alrededores de la catedral serían seguros para refugiarse durante el incendio y, sin quererlo, empeoraron el daño. "Los habitantes de la ciudad llevaron sus muebles al templo, ya que pensaron que sería seguro, y los apilaron contra las paredes de la catedral", explica Simon Carter, jefe de colecciones de la catedral.
"El gremio de papeleros cargó la cripta con libros y papeles y la sellaron para mantenerlos a salvo. Pero lo más probable es que cuando el techo colapsó, éste haya caído sobre la cripta, lo que hizo que los libros ardieran con excepcional ferocidad –agrega el experto–. El calor debe haber sido intenso porque tenemos algunas piedras medievales en nuestras colecciones que cambiaron de color como resultado del fuego. Un testigo de la época dijo que algunas de ellas explotaban como granadas", comenta.
La destrucción significó que Wren podría finalmente rediseñar completamente el edificio, así que no se preocupó mucho por salvar estructuras recuperables. Pese a su amor por la simetría y las matemáticas, Wren desvió la alineación de la catedral de este a oeste para evitar los antiguos cimientos, en los que no confiaba. También fue la primera catedral construida en una Inglaterra protestante y el diseño de Wren reflejaba el alejamiento del catolicismo. Era poco probable que la catedral medieval hubiera resistido por mucho tiempo más, pero el fuego le permitió a Wren aplicar por completo su visión para una nueva catedral de Londres.
El epitafio en la lápida de Wren tiene una inscripción en latín que se traduce como: "Si buscas su monumento, mira a tu alrededor".
Otros inventos que debemos al Gran Incendio
Monumento al Gran Incendio de Londres
Wren construyó el Monumento al Gran Incendio de Londres. Su altura marca la distancia de la ubicación de la panadería donde empezó el fuego. Se presentaron cinco planes para reconstruir la ciudad de Londres, incluyendo uno de Wren, que proponía calles amplias, abriéndose desde un gran memorial del incendio. Sin embargo, fracasó debido a la falta de dinero: los dueños de los terrenos donde una vez había habido casas hubieran tenido que recibir un pago si se aplicaba un rediseño drástico de la zona. Así que la nueva calle King, construida en tierras por entonces privadas, abrió acceso al Guildhall, uno de los pocos edificios que sobrevivió.
La disposición de calles siguió casi igual y diez años después, el área destruida por el fuego había sido reconstruida, trayendo nueva arquitectura a gran escala a la vieja ciudad. A su muerte, Wren había supervisado la reconstrucción de 52 iglesias, 36 oficinas y el memorial del Gran Incendio.
La industria de seguros
El fuego destruyó más de 13.000 hogares en una época en la que los seguros no existían. La Corte de Fuego (para resolver problemas derivados del incendio) fue creada para zanjar disputas de propiedad y decidir quién debía pagar. Lo hizo durante una década después del desastre. El médico Nicholas Barbon aprovechó la oportunidad de negocio y montó la primera compañía de seguros, la Oficina de Incendios, en 1667.
Su empresa incluso tuvo su propia brigada de fuego para aquellos que habían comprado el seguro. Los clientes recibían placas para sus hogares, en las que se veía el número de póliza, para que la brigada supiera qué incendios debía apagar. Luego abrieron más compañías de seguros, incluyendo Sun Fire Office, que fue creada en 1710 y es ahora la compañía de seguros más antigua del mundo.
James Dalton, de la Asociación de Aseguradores Británicos, dijo: "El Gran Incendio de Londres dio a pie a la industria moderna de seguros que conocemos hoy".
Cuerpo de bomberos
In 1666 no había brigada de bomberos, mangueras ni ropa protectora contra el fuego. Cada municipio debía tener equipamiento en caso de que hubiera un incendio, incluyendo baldes de cuero y ganchos destinados a derribar edificios en llamas. Un inventario de ese año muestra que el municipio de San Botolph's, en Billingsgate, a casi un kilómetro del punto de inicio del incendio, tenía un total de 36 baldes y una escalera. Pero no servían para mucho si un incendio se propagaba rápido.
Los vehículos contra incendios eran esencialmente un barril sobre ruedas. Solo disparaban unos cuantos litros de agua por chorro, eran difíciles de manipular y no muy confiables. Después del fuego, surgieron nuevas disposiciones que obligaban a cada municipio a tener dos pistolas de agua, baldes de cuero y otro equipamiento contra incendios. El rediseño de la ciudad también incluyó la construcción de un muelle a lo largo del río Támesis, para que las casas cercanas fueran accesibles a las brigadas en caso de fuego.
Finalmente, se creó la Brigada Metropolitana contra Incendios, junto con nuevas estaciones, un nuevo uniforme y un nuevo sistema de escalafones. Ahora se llama Brigada contra Incendios de Londres y celebrará este año su aniversario número 150.