Cámaras
De cero a decenas de miles, las cámaras de seguridad públicas y privadas se multiplicaron en cada rincón de todas las ciudades en los últimos 20 años. Las redes sociales multiplicaron la repetición de ese infinito mosaico de versiones de la realidad. Hacen lo mismo los sitios de noticias y los canales de televisión. Esos fragmentos de treinta y pocos segundos estallan a cada momento en pantallas de todos los tamaños. La llegada por sorpresa de asaltantes que caen sobre la víctima para arrebatarle un celular o robarle el auto se superpone con la entrada violenta a un negocio en busca de los pesos de la caja y el ingreso a una casa cuando sus ocupantes duermen.
El lunes, los canales de televisión sumaron una imagen distinta a esa serie. Registraron en directo el momento en el que fue liberado un motochorro, 24 horas después de arrebatarle un reloj a una pareja de turistas griegos frente al Teatro Colón. El delincuente había sido reconocido a pocas cuadras de ahí por otra de sus víctimas, que en la misma zona había sido asaltada el 5 de marzo. Aquellas imágenes repetidas al infinito de robos y asaltos captadas por las cámaras de seguridad encontraron así el penoso desenlace de la impunidad.