¡Segundo semestre!
"El primer semestre vamos a cambiar la Argentina".
(De Alberto Fernández.)
Un semestre: seis meses, 182 días, 10.920 minutos, 655.200 segundos. Números mágicos para la política. ¿Por su simbología? No. Porque es el plazo que se impusieron los dos últimos presidentes para calcular "la pesada herencia", poner primera, pisar el acelerador y arreglar el desbarajuste de décadas.
Lo dijo Macri al principio de su gestión. El primer semestre iba a traer un rápido descenso de la inflación y una lluvia de inversiones que iba a dar lugar a un empleo de calidad. La inflación bajó, pero solo para tomar impulso; la lluvia de dinero y confianza se transformó en sequía. Y la seca devoró el empleo.
Ahora es Alberto el que pone como meta el segundo semestre. En rigor, ya la venía arengando desde antes de las PASO, cuando casi ninguna encuesta lo daba ganador y cada dólar costaba $46,20, el Merval subía y el riesgo país bajaba.
"El primer semestre que gobernemos, vamos a cambiar la Argentina. Vamos a ser nosotros los que recuperemos las fábricas, los que volvamos a encender las maquinarias y volvamos a dar trabajo", decía Alberto en el cierre de campaña de las elecciones primarias. Un día después del triunfo de la fórmula de los Fernández, en agosto, el dólar rozó los $61, el Merval se desplomó 38% y el riesgo país subió 68%.
Ya presidente y con superpoderes, Alberto congeló por un semestre las tarifas de luz y gas y, por 120 días, las de colectivos y trenes; frenó por un mes el precio de la nafta y suspendió las subas en peajes hasta que amaine en el campo nacional y popular, y el gabinete encuentre variantes semánticas para ajustar sin tener que conjugar ese horrible verbo neoliberal.
Senadores y diputados, sacudidos por el disgusto general, suspendieron aumentos en sus dietas por seis meses y ahora piden reciprocidad a funcionarios y jueces.
¿Qué pasará el 1º de julio cuando todos esos plazos se cumplan? Puede que ocurran dos cosas, como en los pronósticos sobre el clima: que se le dé a Alberto -y, en definitiva, se nos dé- o que no. Entonces, muy probablemente, se dirá que un semestre es poco.
Si el país fuera una oficina cualquiera, se aceptarían frases como "dame un minuto y lo termino"; "estoy hasta las manos"; "vi el mensaje, pero estaba reunida"; "no me apures si me querés sacar bueno", "con esto que me dejaste, me estás cortando las piernas". Pero no es una oficina cualquiera. Y, detrás de cada promesa, hay muchas urgencias.