Ante un posible punto de inflexión para la política estadounidense
El 3 de marzo es el "supermartes" en EE.UU.: se celebra la elección primaria en 13 estados (entre ellos, California, Texas, Virginia, Colorado y Carolina del Norte), que podría definir el candidato de los demócratas que peleará la presidencia ocho meses más tarde. ¿Conseguirán una fórmula competitiva para enfrentar a Trump, que buscará su segundo mandato luego de haber salido muy fortalecido del fracasado impeachment y de alinear a todo el GOP? Esa es la pregunta clave y es muy probable que el martes tengamos al menos parte de la respuesta.
Hasta ahora, Trump fue uno de los presidentes menos populares que se recuerden, pero los sondeos de las últimas semanas sugieren mejoras significativas, en especial gracias a una economía que continúa muy vigorosa pese al enorme déficit fiscal, el estancamiento de la productividad, los problemas de distribución del ingreso y la incertidumbre derivada del coronavirus, que impactó en el mercado bursátil. Su camino hacia la reelección no está del todo despejado. Por lo pronto, aún es una incógnita a quién deberá enfrentar: el candidato (sus ideas, experiencia, liderazgo) puede hacer una enorme diferencia. Además, en varios estados claves para el colegio electoral, como Michigan, Pensilvania y Ohio, la elección está muy pareja.
Hasta ahora, Bernie Sanders, senador de Vermont de 78 años, aparece como el favorito de los demócratas y podría obtener un número de delegados casi definitivo (en el "supermartes" está en juego un tercio del total) para dominar la convención partidaria que se hará a mediados de julio en Milwaukee, Wisconsin (otro swing state que los demócratas necesitan recuperar: lo dominaron históricamente, pero en las últimas elecciones se impuso Trump). Sanders, autodenominado "socialista democrático" -una rareza en la política norteamericana- propone una agenda similar al viejo "modelo nórdico" del Estado de bienestar. Sorprendió hace 4 años cuando desafío a Hillary Clinton, la candidata del aparato partidario y del establishment. Y hasta amagó con enfrentar a Obama en las primarias de 2012. Desde entonces, trabajó en fortalecer una red de apoyos que terminó conformando una coalición sólida y plural, en términos étnicos y generacionales. Entre sus seguidores hay jóvenes universitarios y viejos hippies de los 60 que creen revivir la utopía pacifista de la campaña de George McGovern en 1972 (contra otro republicano muy controversial: Nixon). Sanders demostró gran solidez en materia de financiamiento, a partir de sus cientos de miles de pequeños donantes, y un gerenciamiento de campaña muy profesional. Pero muchos dudan de que un candidato tan radicalizado pueda lograr apoyo de los sectores independientes, vitales para derrotar a Trump. De familia judía y criado en Brooklyn, genera controversias aun con organizaciones comunitarias proisraelíes: es muy crítico de Netanyahu, en especial por la cuestión palestina. Trump se muestra complacido con el avance de Sanders: confía en que una polarización podría beneficiarlo.
Otra candidata muy sesgada a posiciones de izquierda es Elizabeth Warren, senadora por Massachusetts y conocida por sus críticas al sistema financiero, las empresas farmacéuticas y la industria petrolera. A pesar de que su récord en el Congreso es bastante pobre, resistió hasta ahora una larga maratón que ya se devoró a otros candidatos con pretensiones, como Kamala Harris, Beto O'Rourke y Andrew Yang. El éxito de Sanders es el principal obstáculo de Warren: compiten por los mismos votantes.
Este domingo 29, la elección primaria en Carolina del Sur podría definir el destino de Joe Biden, el candidato que hasta hace poco lideraba los sondeos, pero que se debilitó por el Ucraniagate, por los negocios de su hijo Hunter mientras él era vicepresidente de Barack Obama. La campaña de Biden confía en que los votantes negros, mayoría en ese estado, le brinden un apoyo contundente para ponerlo de nuevo en carrera luego de los decepcionantes resultados obtenidos en Iowa, New Hampshire y Nevada, consecuencia de la fragmentación del electorado moderado. En el debate del martes pasado, en el cual Sanders sufrió duros ataques de sus adversarios, Biden estuvo mucho más firme y filoso que en los anteriores. Pero otros candidatos de centro le han quitado protagonismo. Tanto Pete Buttigieg, el joven exalcalde de South Bend, Indiana, como Amy Klobuchar, la senadora por Minnesota, compiten en posicionarse como la opción más adecuada para vencer a Trump. A esos efectos, es indispensable seducir al votante independiente y hasta a republicanos críticos de su administración, en particular en cuestiones como el cambio climático o la guerra comercial con China, asuntos que preocupan sobre todo en los estados agrícolas del Midwest, de donde son oriundos estos candidatos (que, además, son veteranos de guerra). No obstante, tanto Buttigieg como Klobuchar tienen dificultades para consolidarse en estados más diversos, donde pesan las minorías negras y latinoamericanas y en los que Biden tendría más arraigo. "Mayor Pete" tiene un récord controversial en política de seguridad por la alta proporción de negros condenados a prisión durante su gestión. Por su parte, Klobuchar acaba de tener su "momento", cuando durante una entrevista con un periodista de Telemundo no supo responder quién era el presidente de México.
Otro gran interrogante que quedará develado el próximo martes es si el multimillonario Michael Bloomberg puede convertirse en un contendiente de peso. Evitó las primeras cuatro primarias para concentrar sus esfuerzos con un impresionante despliegue de recursos para irrumpir este martes y consolidarse como el mejor preparado para vencer primero a Sanders y después a Trump. Este exalcalde de Nueva York gastó mucho más que sus adversarios en propaganda, tanto en TV como en marketing digital. No tiene restricciones: una porción de su impresionante fortuna (calculada en 60.000 millones de dólares) fue puesta a disposición con el único objetivo de derrotar a su vecino de Manhattan. Pero la plata no es todo. Bloomberg carece de carisma y, como quedó demostrado la semana pasada en Nevada, no es muy bueno en los debates: Warren lo puso contra las cuerdas en más de una oportunidad y solo atinó a balbucear respuestas poco convincentes. ¿Podría sobrevivir un debate con Trump? El gran movimiento que respalda a Sanders difícilmente acompañaría un candidato del establishment como Bloomberg, como ya ocurrió con Hillary a pesar del riesgo de una victoria republicana. Habrá que evaluar también el impacto en el movimiento #MeToo de los casos de acoso sexual en su empresa resueltos extrajudicialmente. Sin estos apoyos, la fragmentada maquinaria demócrata quedaría muy debilitada de cara a una campaña larga y extenuante.
Es notable que los grandes protagonistas de este proceso electoral sean Trump, Biden, Sanders y Bloomberg: cuatro hombres blancos, septuagenarios y de la Costa Este. Mirando las tendencias sociodemográficas y las profundas transformaciones políticas y culturales que han ocurrido últimamente en EEUU, es muy probable que esta sea la última elección con estas características.