Compañero de sed
En uno de sus artículos más conocidos, el escritor y crítico de arte John Berger se preguntaba por qué miramos a los animales. Jacques Derrida, por su parte, supo leer a Jeremy Bentham y retomar su inquietud: “La cuestión no es–decía Bentham–: ¿pueden razonar? ¿Pueden hablar? Sino: ¿pueden sufrir?” Las citas podrían seguir, quizás no interminables pero sin duda numerosas. Miramos, fotografiamos y colmamos los cuartos de nuestros hijos con dibujitos de animales que, lo sabemos, están desapareciendo. A veces nos preguntamos por su dolor porque –qué duda cabe– la nuestra es una especie particularmente dotada para la crueldad. Pero también lo hacemos porque ellos integran ese juego de contrarios que suele ser la vida. Y está la imagen: un burrito en las colinas de Xochimilco, México, compañero de sed de quienes allí habitan y carecen de suficiente agua potable.