Con las manos en alto
Todas juntas y a la vez, las mujeres alzan la mano y piden la palabra. Manos ciudadanas, manos sin armas, manos de palmas abiertas que no imploran, sino que quieren tocar el cielo con la plenitud de los derechos conquistados, empujando fuertes y tenaces la inercia de la historia para salirse del carril doméstico, clandestino, donde han querido atarlas. Manos que escriben, manos que rasgan cuerdas musicales, manos que labran el trigo del pan de muchos, manos que salvan a otras mujeres. Manos como una fina gramilla que reverdece el suelo más allá de las fronteras, y lo hacen fértil en derechos y garantías para más y mejores vidas, sin violencia. Manos de estudiantes que entregaron un petitorio al rector de la Universidad de Chile por una educación no sexista, inclusiva, con protocolos contra el acoso, manos que no quieren seguir sosteniendo prácticas discriminatorias, arteramente sesgadas.