Editorial II. Conectados al peligro
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El notable avance de la tecnología ha logrado someter a muchos desaprensivos usuarios a variados efectos. El hecho de estar constantemente pendientes de los recursos tecnológicos puede traducirse en un riesgo para peatones y conductores poco precavidos.
El Observatorio Vial Latinoamericano utiliza la denominación de "peatón tecnológico" para referirse a quien fija su atención en un dispositivo y margina las mil y una variables involucradas al desplazarse, tanto por conductores como por transeúntes. En 2014, este tipo de peatones representaban el 10,5% de los individuos observados; en 2015, la porción estimada fue del 13%, y en lo que va del año, ronda el 16%. Son aumentos preocupantes. Basta observar el cruce de avenidas muy congestionadas de esta ciudad para coincidir con las observaciones que dan cuenta de que un 11,1% de transeúntes usa auriculares, el 3,3% habla por teléfono mientras se desplaza en la vía pública y otro 2,2%, incluso, va tipeando mensajes de texto sin observar ni prestar atención alguna a lo que ocurre a su alrededor. Es así que, lamentablemente, los trágicos episodios se repiten y aumentan. Y no se puede hablar en estos casos de accidentes, pues son absolutamente prevenibles.
Agudizar la atención, en cualquier actividad, nos preserva más efectivamente del peligro.Mucho más cuando caminamos o conducimos vehículos. Al recibir o efectuar una llamada desde un celular, escuchar música o abstraernos en las noticias, estamos reduciendo notoriamente nuestro campo focal, y los cuidados que implica un desplazamiento se marginan hasta quedar apenas en la periferia de la atención. Se pierde así contacto con la realidad inmediata por atender otra ciertamente distante.
Conciencia y atención son funciones psicológicas vinculadas. Cuando la conciencia se focaliza en un diálogo telefónico, por ejemplo, respondemos con lentitud a cualquier estímulo cercano e inminente, pues sólo entra en nuestro campo de forma marginal. El peligro, entonces, se acrecienta.
El informe sobre Siniestralidad Vial de la Ciudad de Buenos Aires de la Defensoría del Pueblo hace saber que durante 2015 hubo 9242 siniestros viales, que sumaron 9942 víctimas, entre muertos y heridos. Entre ellos, los motociclistas ocupan el primer lugar.
No se puede desatender la necesidad de respetar las normas más elementales que rigen nuestra convivencia y cuyo fin último es proteger vidas. La educación vial es mucho más que un compendio de normas vacías: es una invitación a cuidarnos. Cruzar cuando el semáforo habilita, siempre por las sendas peatonales, sin usar auriculares ni dispositivos que nos distraigan, es imperativo. Conducir con atención, utilizando ambas manos, suena casi elemental, pero nos cansamos de ver conductores hablando por celular. Los resultados exceden a quienes desaprensivamente hacen caso omiso del respeto de las normas y se cobran vidas inocentes. Aumentar las penas y hacer cumplir las leyes sigue siendo una materia pendiente en la ciudad.
LA NACION