Conectarse: un mandato del tiempo que viene
El firmamento de gurúes internacionales tiene una nueva estrella. Se llama Parag Khanna y tiene sede en Singapur. Su último libro, Connectography: Mapping the Future of Global Civilization, está dando que hablar. La idea central de Khanna es que las conexiones, ya sean vías, rutas, barcos, cables o ductos, están cambiando el mundo, su forma y su contenido. Es el paso de la frontera al puente, de las naciones a los nodos, de los Estados a las megaciudades, de la conquista a la conexión. Es el paso de un mundo de Estados soberanos a un mundo de cadenas de suministro, con redes, nodos y flujos cada vez más complejos y entrelazados. Las fronteras nos dicen quién está separado de quién. La infraestructura nos dice quién está conectado con quién.
En el mundo de Khanna nos vamos a pelear más por las líneas que nos conectan que por las líneas que nos separan. Los ejércitos ya no estarán para proteger fronteras sino para asegurar cadenas de suministros. Y será más importante usar un territorio que conquistarlo. China, dice Khanna, es quien mejor está comprendiendo la naturaleza del mundo que se viene. En la conectografía, dice Khanna, la cooperación y el conflicto tienen nuevos nombres: el flujo y la fricción. Todo flujo, ya sea de personas, dinero, ideas o lo que se le ocurra, genera fricción, es decir, riesgos y conflictos. Pero la fricción a la larga cederá al flujo porque la propiedad de los sistemas es maximizar el flujo. El mandato de Khanna es conectarse o perecer. La prosperidad será una función de la conexión a los flujos. Países conectados serán países menos volátiles y más predecibles. En definitiva, para crecer los países deben invertir en infraestructura y conectividad, interna y externa.
Esto es Khanna en una cáscara de nuez. Un cuadro optimista del mundo que trae aire fresco, datos originales y observaciones inteligentes acerca de un mundo en constante cambio. El problema de Khanna, sin embargo, no es lo que dice sino lo que deja de decir.
Primero, es difícil encontrar una explicación articulada de por qué esta vez la conectividad tendrá un impacto diferente del que tuvo hasta ahora. La infraestructura puede generar crecimiento pero también es endógena a las asimetrías de desarrollo y de poder mundial. La conectividad no es un juego entre iguales. Segundo, Khanna omite algo llamado nacionalismo y sus variantes étnicas, religiosas, ideológicas o cívicas. Es difícil afirmar que quinientos años de globalización han hecho algo por aumentar el cosmopolitismo y disminuir las identidades nacionales. Quédense conectados, en breve lo sabremos.