
Consensos y perseverancia para recuperar las islas
La cuestión Malvinas aparece sorpresivamente de tanto en tanto en nuestro firmamento mediático y político. De golpe se encienden las luces y surge esta cuestión nacional que convoca a la inmensa mayoría de los argentinos y hace recordar la humillación de una derrota militar y diplomática, producto de un grave error cometido por la Junta Militar que fue, lamentablemente, apoyado por muchos ciudadanos: la ocupación militar de 1982.
Ahora, el gobierno de Mauricio Macri es sorprendido por el tema Malvinas. En un asunto donde las palabras deben ser cuidadosamente elegidas, el Presidente fue blanco de la diplomacia británica, siempre atenta a los relatos y discursos argentinos.
Malvinas ha sido, es y seguirá siendo un hecho movilizador de los profundos sentimientos patrióticos. Muchos dirigentes políticos (y de todos los ámbitos) lo utilizan demagógicamente para ganar simpatías e imagen positiva. Existe una flagrante contradicción entre lo que se le dice al pueblo argentino respecto de su recuperación y las posibilidades reales de conseguirlo en el corto plazo. Después de perder una guerra, las posibilidades de negociación con el vencedor se reducen, y ésa es la situación de la Argentina desde 1982.
Ha pasado mucho tiempo desde que se estuvo cerca de lograr la recuperación de las islas, allá en la década del 60, cuando se aprobó la resolución 2065 de las Naciones Unidas, la única verdaderamente favorable al país, que nos acercaba a la instalación de las dos banderas con administración de la ONU. Eso se perdió.
Una cosa es la política exterior respecto del Reino Unido y otra la política respecto de la recuperación de las islas. Además , Malvinas forma parte también de la política interior argentina, ya que toca los sentimientos más sensibles del pueblo argentino y en consecuencia toda la Nación debe participar en la decisión de recuperar la soberanía.
Soberanía significa ejercer el poder sobre un territorio o sobre unas aguas. La Argentina hace 185 años que no lo ejerce en Malvinas, y lo que es peor, ha venido perdiendo la soberanía sobre las aguas adyacentes, donde no puede pescar ni explotar petróleo. Ésta es la realidad.
No serán las Naciones Unidas quienes le devolverán a la Argentina las islas. Los tiempos multilaterales para poner fin al colonialismo territorial han pasado, y los habitantes de las islas han cobrado una importancia mucho mayor que la que tenían en el pasado. Si bien no son parte de la negociación, deben ser incluidos para conocer su opinión. Sin su concurso, siempre serán una excusa del Reino Unido para no negociar.
La salida de Gran Bretaña de la Unión Europea puede fortalecer la posición argentina, si se saben utilizar los instrumentos regionales. Dentro de las acciones a seguir, y en caso de obtenerse el mínimo consenso, una de las alternativas sería estudiar la posibilidad de presentarse ante la Corte Internacional de Justicia para solicitar una opinión consultiva acerca de si Gran Bretaña se puede seguir absteniendo de sentarse a negociar todos los temas que involucran la cuestión Malvinas cuando hay una resolución de la ONU que la insta a hacerlo.
Otro elemento a tener en cuenta es que cuando se restablecieron las relaciones diplomáticas con el Reino Unido, en 1989 en Madrid, se aceptó el pedido británico de no presentar más una resolución en la Asamblea General de la ONU como se había hecho durante el gobierno de Alfonsín. Recordemos que el gobierno de Carlos Menem decidió seguir el pedido británico y abandonó la presentación de ese tipo de resoluciones y eligió el camino del Comité de Descolonización de Naciones Unidas. Así fue como por primera vez participó en las sesiones del Comité un canciller argentino (Di Tella). Luego, el gobierno de los Kirchner siguió eludiendo la Asamblea y refugiándose en una dureza verbal para consumo interno. Cristina Kirchner participó dos años en una sesión de tres horas y sin representantes británicos, en una sala de escasa importancia.
Creemos que se debe volver a la Asamblea con una resolución que abarque el futuro de los habitantes de las islas, haciéndole ver al mundo que nuestro interés en recuperar las Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares sigue vigente; también, para demostrar que nuestro reclamo en el marco multilateral de la ONU no se ha abandonado.
En síntesis, la cuestión Malvinas no ofrece una solución favorable para la Argentina en el corto plazo. No obstante, es un deber moral, histórico y constitucional no cejar en nuestro justo reclamo. Los medios para eso deben ser aplicados en el campo multilateral, en el regional y en el bilateral. Somos conscientes de las dificultades y de lo difícil que resultará la tarea, pero en la perseverancia está el éxito.
Diplomático, fue representante permanente ante la ONU y embajador en China y Canadá