Corazón vencido
Después de siete meses, volver al microcentro y caminar sus calles resulta una experiencia estremecedora. Lo primero que salta a la vista son los cientos de locales que han bajado las cortinas o que anuncian que lo están haciendo. A la avenida Santa Fe le queda poco y nada de "la Gran Vía del Norte". La cuarentena interminable le ha quitado gente, pulso, esplendor. Hay cuadras en las que se ven más comercios cerrados que abiertos. "Vivimos del turismo y de los oficinistas, y en este momento no tenemos ninguno de los dos", dice el encargado de una casa de ropa a media cuadra de la Plaza San Martín, que está liquidando las últimas mercaderías. También han desaparecido bares, restaurantes, pizzerías, y los que subsisten dan lástima con unas pocas mesas ocupadas en la vereda. En el nuevo paisaje, llama la atención la cantidad de personas en situación de calle, incluso reunidas en grupos y con colchones y hasta muebles que les sirven de guarida; un policía dice que se niegan a ir a los centros de albergue que tiene la Ciudad por temor a contagiarse el virus. El olor a orín invade las calles. Un vecino del barrio advierte. "Ojo que, cuando empieza a oscurecer, esta zona se pone heavy".
Eso es hoy el corazón de la opulenta Buenos Aires.