Cortesía
José Miguel Vivanco, director de la división Américas de Human RightsWatch, decía en la tele anteayer que en Perú llaman a las vacunas VIP de otra forma. Les han puesto “vacunas de cortesía”.
La palabra ha cambiado de sentido hoy, pero etimológicamente los peruanos han dado en la tecla. Cortés era aquél que sabía comportarse en la corte, el que demostraba cortesía. Es verdad que los diccionarios apuntan a valores de lo más loables, como los buenos modales, la nobleza del corazón, y así. Es asunto secundario. Hay quienes son capaces de matar con una sonrisa, se sabe, y en las cortes esto era frecuente.
Pero la denominación peruana es correcta en el sentido de que para los amigos del poder, para los cortesanos, hay vacunas sin demora, sin lista de espera. Ocurre, me dicen, en muchos otros lugares. Es más, The New Yorker publicaba hace unos días una breve y sarcástica nota respecto de los políticos y funcionarios que en Estados Unidos se aprovechan de su investidura para inmunizarse.
Señalo aquí dos cuestiones. Con el Covid-19 ya no se trata de una picardía o una prebenda; estamos hablando de la vida y la muerte. Y segunda: tenía entendido que las cortes habían dejado de existir hace mucho. No así la cortesía, es evidente.