Cristina, último capítulo
No es fácil sostenerse en política sin poder y menos para Cristina Kirchner , que no se preparó para ese momento. El plan original era el intercambio de la banda presidencial en la sociedad conyugal; plan que finalizó con la muerte de su esposo en octubre de 2010. No va a ser fácil tampoco para sus militantes, que hasta octubre de 2015 no imaginaban un futuro sin el liderazgo de Cristina y trataban de encontrarle la razón al interregno de un insulso Daniel Scioli. "Cristina eterna", "Vamos por todo" y "Abrazame hasta que vuelva Cristina" son sólo algunos de los elocuentes eslóganes que grafican ese sentimiento.
Bajo esta particular circunstancia de su vida política, Cristina planteó la campaña para las elecciones que se avecinan. La falta de poder, o la brutal disminución del mismo, la hizo volcarse por una estrategia electoral desconocida para ella: escuchar. Claro que se propuso subir al escenario y darles voz a las víctimas del gobierno de Macri, aun cuando muchas fueran militantes o candidatos de su nuevo frente Unidad Ciudadana. Hubo en esta suerte de paso de comedia un reconocimiento de la necesidad de recoger votos por fuera del núcleo duro y aprovechar que los "brotes verdes" están tomando impulso recién ahora, y tardarán aún más tiempo en llegar a la mayoría de los sectores de la economía. Fue en un contexto de baja actividad y sinceramiento de tarifas públicas donde la oposición, que argumenta sobre los números que el propio Indec mostraba hasta hace un par de meses, intentó hacerse fuerte, y por eso ahora trata de sostener un discurso que el paso del tiempo va mostrando como algo "viejo" ante una actividad que mes a mes se incrementa y unos salarios que van alcanzando y, en algunos casos, superando una inflación que apunta a ser la mitad que la de 2016.
A pocos días de las PASO, es importante señalar que cualquier resultado electoral, aun los de aquellos encuestadores que, pese a los errores cometidos en las elecciones de 2015, siguen dando una ventaja de varios puntos a favor de Cristina en la provincia de Buenos Aires, concluirá con un Congreso Nacional más favorable a Cambiemos a partir de diciembre. Aun con la imposibilidad de obtener la mayoría en las Cámaras, la voz del oficialismo será más potente, tanto dentro como fuera del recinto. La opinión pública ejercerá su influencia para continuar con las políticas de un Ejecutivo que será prácticamente la única fuerza a nivel nacional, luego de una profunda fractura en un peronismo que llevará años reconstruir sin los resortes del poder.
Cristina Kirchner obtendrá su banca en el Senado, al igual que Carlos Menem conservará la suya hasta diciembre, sin posibilidad de reelección por decisión de la Cámara Electoral, que le impidió participar de estas elecciones. La diferencia entre ambos es que el ex presidente goza de un amplio respeto en su provincia de origen, mientras que la ex presidenta es muy discutida en su provincia adoptiva (Santa Cruz), la única que podría cobijarla en un intento de reelección al Senado, donde, con suerte, jugaría el mismo papel secundario que el riojano más famoso. El rechazo público al menemismo en dirigentes de todas las corrientes políticas, incluido el justicialismo, no se extendió al ámbito personal, donde la mayoría de los dirigentes de su partido guardó respeto por la figura del ex presidente. Esto no sucede con la ex presidenta; el rechazo que gobernadores y dirigentes peronistas sienten por quien, con el poder de la billetera, les propinó un destrato pocas veces visto en la política argentina entre dirigentes que comparten un mismo espacio político, no tiene retorno y están dispuestos a destinar esfuerzos para lograr su aislamiento.
El futuro de la ex presidenta se vislumbra así en una solitaria banca, prácticamente sin aliados políticos entre sus pares y unos pocos en la Cámara de Diputados, donde podrá hacer incendiarios discursos que sólo se verán por Senado TV, a diferencia de las múltiples cadenas nacionales atizadas con inauguraciones varias de mejores tiempos. Con sus enemigos políticos sentados a escasos metros, sin relación personal con casi ninguno de ellos, con unos pocos líderes municipales que (por ahora) le responden y sin proyección política más que la nostalgia de algunos militantes (similar a la que llevó a Carlos Menem a obtener el primer lugar en las elecciones de 2003 para luego bajarse del ballottage), sería oportuno que Cristina Kirchner se prepare para transitar su último capítulo en la vida política de la Argentina.
Politólogo y miembro del Club Político Argentino
Alexander Güvenel