Cristina y Pichetto, iguales y diferentes
En lo repetido y lo viejo siempre es posible encontrar lo inédito. La Argentina tiene dos candidatos a vicepresidente que prometen papeles que pueden ir mucho más allá del destino complementario y acechante de los segundos. Una y otro tienen motivos para pensar que serán más importantes que limitarse a pedir orden en las sesiones del Senado.
Cristina Kirchner y Miguel Pichetto, por tantos años compañeros de ruta en el peronismo, llegaron por caminos muy distintos a ser los compañeros de fórmula de Alberto Fernández y Mauricio Macri. No es lo conocido ni lo reciente en donde anida la coincidencia entre ambos.
Consumado como un hecho que disputarán el mismo cargo en la campaña electoral, los dos tienen desde sus lugares el papel de la expresión política propiamente dicha.
Cristina es la dueña de su espacio y su decisión de delegar en Fernández el primer lugar no incluyó resignar el liderazgo ni el papel de poner nombre a las cosas y, por lo tanto, los límites a su delfín. El kirchnerismo es ella y, como mínimo, estará a metros del trono, velando para que no se desdibuje la esencia de esa construcción en la que no se subordinó a nadie salvo a quien ya no está, su marido.
Aunque en voz más baja durante estos meses, para no espantar incautos, Cristina seguirá construyendo y diciendo el relato del kirchnerismo. Y en ese intento perderá o ganará.
Por un camino muy distinto, más allá de la convivencia en un lugar, Pichetto acaba de sumarse a la fórmula del macrismo en una sorpresiva pirueta nacida de la necesidad de recuperar impulso del oficialismo. Si Cristina se quedó para fijar la política de su fuerza, el senador peronista que acompañará a Mauricio Macri llegó para traducir a palabras clásicas de la política tradicional el discurso del macrismo. Es lo que hizo en sus primeros minutos de candidato, en un lugar caracterizado por el desprecio al lenguaje del poder.
Pichetto enumeró así que estaba allí porque desde ese espacio se defendía un modelo capitalista para la Argentina, por la decisión de adoptar reformas estructurales pendientes y para consolidar una alianza política con Estados Unidos y Europa, y un acuerdo estratégico con Brasil con vistas a la construcción de un espacio económico y político común. Y en un primer guiño al peronismo, para recordar su admiración por el modelo italiano de coaliciones partidarias.
Más allá de los encuadramientos de sus espacios, Cristina y Pichetto tienen propósitos distintos en caso de consumar sus deseos de ganar las elecciones. La expresidenta deberá encontrar la fórmula para mandar sin gobernar, un propósito complejo que ya terminó en violento fracaso en la Argentina. En su caso, Pichetto tendrá que demostrar su capacidad para atraer al peronismo hacia el macrismo en un infinito juego de concertaciones en el que es experto. Tendrá más valor como presidente del Senado que como compañero de fórmula de Macri. Por el contrario, el incómodo segundo lugar para Cristina la convierte -al menos para sus fanáticos- en más importante como candidata que como vicepresidenta. Apenas detalles.