Cuando el relato oficial se resquebraja
La Presidenta, en Georgetown, se sintió obligada a faltar a la verdad, de manera explícita, por lo menos tres veces, aparte de lo controversial u opinable de muchas de sus otras respuestas
Cristina Kirchner confirmó en la Universidad de Georgetown que el relato oficial se resquebraja cuando se lo somete a simples preguntas, aun cuando estas no provengan de la prensa. Durante el interrogatorio al que la sometió un grupo de estudiantes de distintos países en Washington, la Presidenta se sintió obligada a faltar a la verdad, de manera explícita, por lo menos tres veces, aparte de lo controversial u opinable de muchas de sus otras respuestas. Las tres veces fueron: cuando negó que Hugo Chávez hubiera protagonizado un golpe de estado, cuando negó de manera rotunda que la inflación alcance al 25 por ciento y cuando dijo que habla todos los días con la prensa.
La pregunta de un estudiante venezolano acerca de la posición que tomaría la Argentina ante un eventual triunfo opositor en Venezuela desconocido por Chávez enredó a la Presidenta en una confusa referencia al golpe de estado de 1992, de la que emergió diciendo: "En realidad, quien sufrió un golpe de estado fue Chávez (en 2002)". Luego dijo que Chávez "perdió un plesbiscito" (sic). "Cuando le tocó perder una elección reconoció que había perdido el plesbiscito (el término correcto es plebiscito, porque deriva de "plebe"); así que no hay ningún antecedente para decir que Chávez no va a reconocer cualquier resultado electoral, sea el que sea. Cuando perdió, lo reconoció. Poner en duda la concepción democrática del presidente Chávez después de 14 elecciones no me parece justo".
La Presidenta se sintió obligada a faltar a la verdad, de manera explícita, por lo menos tres veces, aparte de lo controversial u opinable de muchas de sus otras respuestas
En este aspecto la respuesta de la Presidenta es materia opinable, pero no hubo oportunidad para aclararle –si es que fue el motivo de la pregunta- que las dudas sobre la actitud de Chávez ante una eventual derrota surgieron dentro y fuera de Venezuela a partir de las advertencias del presidente en el sentido de que un triunfo opositor abriría las puertas a una guerra civil. El argumento de las credenciales democráticas de Chávez sustentadas en la cantidad de elecciones que lleva organizadas probablemente pueda ser fácilmente refutado por cualquier estudiante que recuerde que también Napoleón, Pinochet, Franco y Hitler fueron en su tiempo organizadores de referéndum. Para la Argentina se trata de un tema crucial, porque Cristina Kirchner jamás menciona la hipótesis análoga, es decir, la posibilidad de que alguna vez el kirchnerismo deba traspasar el poder a una fuerza opositora.
En cuanto a la inflación, la Presidenta no sólo sugirió que Estados Unidos también falsea sus estadísticas. Aseveró que una inflación del 25 por ciento es inexistente porque sería incompatible con altos niveles de consumo como los que por ejemplo se verifican, según ella, en la gran cantidad de argentinos que presenciaron la pelea de Maravilla Martínez. Su frase de que si hubiera 25 por ciento de inflación el país estallaría por los aires está llamada a pasar a la historia junto con "las urnas están bien guardadas", "la casa está en orden", "el que depositó dólares recibirá dólares" y otras piezas de colección.
Pero las mentiras más flagrantes estuvieron reservadas a la relación con la prensa, con la cual Cristina Kirchner dijo hablar "todos los días". Justo un día en que los diarios argentinos daban cuenta de que se había molestado por preguntas que le hicieron dos cronistas (uno de ellos de la televisión pública), a quienes se negó a atender mientras dialogaba risueñamente con un notero del programa humorístico CQC, dijo: "Cuando un periodista me pregunta, le respondo". Su extensa incursión por el tema de la prensa, donde ventiló rencores, estuvo atravesada por la contradicción, sin que pareciera advertirlo. Por un lado, aseguró que tiene fluido contacto con periodistas, incluso con los de la sala de acreditados en la Casa de Gobierno, y por otro, intentó justificar el ninguneo a partir del desprecio que siente por la prensa argentina, a la que acusó de enojarse –y violentarse- frente a respuestas que le disgustan.
Algo no terminó de entenderse: ¿para qué hablaría "todos los días" con periodistas si piensa, como dijo, que "los gobernantes no estamos para responder o para hacer centro de nuestra gestión dar respuestas"? La Presidenta, eso sí, ratificó que a su criterio la frontera entre prensa y propaganda es muy delgada. "Lo que debe hacer un gobierno –dijo- es garantizar la publicidad de los actos, que es obligatorio". En esa misma línea había expresado meses atrás que como rendición de cuentas están sus discursos.
Su oratoria en Georgetown, precisamente, se había iniciado con una aclaración extraña: dijo que la Cátedra Argentina que estaba inaugurando no era una cátedra del Estado argentino. Luego aseguró que la Argentina y Estados Unidos tienen regímenes constitucionales sumamente parecidos, porque "la Constitución argentina es una copia de la Constitución de los Estados Unidos". En realidad, los constitucionalistas suelen explicar que si bien hubo una inspiración argentina en el texto de Filadelfia, también se tomaron ideas europeas, además de que el sistema federal norteamericano consagra estados mucho más autónomos que nuestras provincias, eso sin contar el fuerte sesgo unitario que el kirchnerismo adicionó en la última década.
Si bien se identificó como miembro del partido peronista, en sus consideraciones históricas sobre derecho constitucional la Presidenta no creyó necesario mencionar que entre 1949 y 1955 rigió una Constitución justicialista. Tampoco dio opinión alguna respecto de la vetustez del texto de 1853, al que distintos sectores kirchneristas consideran pasible de una inminente revisión, re-reelección incluida. Una importante diferencia entre nuestras constituciones, que por cierto la Presidenta tampoco recordó, es que la norteamericana admite sólo una reelección consecutiva y nunca más se puede volver al poder, mientras que la argentina –lo supieron Roca, Perón y Menem- permite volver a ser candidato luego de descansar al menos un período.
Lo que siguió fue una media hora de conceptos conocidos en nuestro país respecto de los éxitos que el gobierno kirchnerista considera haber alcanzado desde 2003 hasta ahora en materia de desendeudamiento, reducción de la pobreza, salarios, desarrollo científico y educación. "El proyecto es el mismo", explicó con respecto a la continuidad del gobierno de Néstor Kirchner. Incluso se refirió a su esposo llamándolo "él", pero lo hizo una sola vez, de modo que el auditorio no alcanzó a percibir la intención mística de ese recurso tan frecuentado en la oratoria doméstica.
Su frase de que si hubiera 25 por ciento de inflación el país estallaría por los aires está llamada a pasar a la historia junto con "las urnas están bien guardadas"
Dentro de su clase magistral, quizás, lo más impactante fue que los argentinos son los segundos poseedores de dólares del mundo. El mismo dato había sido utilizado por el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, en su exposición del 31 de mayo ante el Senado , pero pocos días más tarde el sitio chequeado.com lo calificó de "insostenible". La información se origina en un estudio de la Reserva Federal de Estados Unidos de 2006, con datos de 2005, que fue posteriormente cuestionado.