Claves para cuidar al que cuida
Una crisis siempre implica un cambio "cuantitativo" (por ejemplo, de dos a tres, de esposos a padres) y un cambio "cualitativo" (por ejemplo, de novios a esposos, de casados o en pareja a separados).
Existen diversos tipos de crisis:
- Las crisis estructurales que son ocasionadas por conflictos internos.
- Las crisis evolutivas que son normales y universales, como noviar, casarse, tener un hijo, etc.
- Las crisis accidentales que suceden en cualquier momento y siempre son hechos que sobrevienen abruptamente.
- Las crisis de cuidado que tienen lugar cuando hay alguien enfermo o mayor que requiere cuidado permanente.
Es bien sabido que aquellos que cuidan deben cuidarse. Muchas veces el desgaste mental y físico del cuidador, ya sea que se ocupe de un padre anciano o un familiar enfermo, hace que entre en un estado tal que deja de cuidarse a sí mismo y experimenta una crisis mayor a la que ya tenía.
Comparto algunas ideas prácticas para "cuidar al que cuida":
a. "Cercar" al que cuida. Cuando hay un accidente, lo primero que se hace es cercar el perímetro. ¿Para qué? Para que el médico o el socorrista que va en auxilio esté cuidado. Es decir, puesto que ya hay una persona accidentada, no termine habiendo dos. El perímetro, entre otras cosas, se establece para cuidar al que cuida. De igual manera, necesitamos establecer un perímetro de cuidado hacia nosotros mismos. Esto significa fundamentalmente abrir espacios de placer que podríamos denominar "válvulas saludables de escape". Por lo general, cuando uno vive una crisis, lo primero que pierde son sus espacios de placer: las salidas, los amigos, los proyectos personales. El cuidador expresa: "No tengo tiempo para mí, estoy muy cansado" y pierde así esos espacios que le transmitían energía y fuerzas. Hace un tiempo un amigo me contó que su papá había enfermado gravemente y su hija estaba por casarse. Sentía que experimentaba una especie de cortocircuito: por un lado, estaba contento por su hija, y por el otro, estaba triste al ver a su papá deteriorarse. Le aconsejé: "Cercá los espacios. Andá al casamiento de tu hija, divertite y llenate de energía para ir a ver a tu papá y transmitirle fuerza y esperanza".
b. Tener "amigos pararrayos" Todos nosotros deberíamos poner en palabras lo que nos sucede. Los "amigos pararrayos" son aquellos que no son familiares cercanos y nos escuchan y asienten, nos acompañan pero no cargan con lo que les compartimos. Es como si lo llevasen a tierra y es así que nosotros nos sentimos comprendidos y queridos por ellos.
c. Buscar redes familiares y de amigos. Cuando tenemos cerca a alguien con una discapacidad o una enfermedad, suele ocurrir que la familia se organiza en roles. Está el que cuida, el héroe, el fuerte, y están los que acompañan de lejos. Por eso, es importante armar una red afectiva donde todos se involucren en la distribución de las tareas. De este modo el "héroe o salvador" podrá salir de su rol para que los distantes se hagan cargo también del cuidado afectivo, material, etc. de quien lo requiere.
d. Darse permiso. El cuidador a veces no se da permiso para reír, disfrutar, divertirse y pasarla bien. Hay casos en los que la "culpa del sobreviviente" hace que el que está bien se sienta mal y piense: "Yo estoy bien y mi ser querido, no". Tal actitud lo lleve a la queja, la culpa y el desgaste. Sabemos que la culpa esconde la necesidad de castigo. Muchas personas buscan indirectamente sufrir como una forma de generar un displacer por esa culpa de estar bien, mientras el otro está mal.
e. Establecer límites hacia uno y hacia el otro. Uno debe ser sincero y saber hasta dónde puede y hasta dónde no puede. Es común que, frente a la impotencia de la situación, el cuidador se coloque el traje de "omnipotencia" yendo más allá de sus fuerzas físicas, emocionales, etc. Establecer límites con uno mismo nos permite también ponerles límites a los demás. No debemos sobreproteger ni cuidar infantilmente a la persona necesitada sino ayudarla dentro de sus limitaciones para que desarrolle su fortaleza, su potencia. El límite hacia uno y hacia el otro es una manera eficaz de cuidarse.
Cuidar al que cuida no es un acto de egoísmo sino un acto amoroso. Ponerse límites, pedir ayuda afectiva y profesional y tratarse bien es el mejor modo de cuidar el otro. Como dijo Jesús: "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Ni más ni menos que a uno mismo. Primero nos cuidamos a nosotros para, recién después, ser capaces de cuidar al otro.
Si tenés alguna inquietud, podés escribirme a Bernardoresponde@gmail.com