
De Pettovello a Raukaskas: mujeres en el banquillo
La primera, sobrepasada por las denuncias cruzadas; la segunda, apuntada por Verbitsky. Y no nos olvidemos de Leila Gianni
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Las mujeres vienen siendo relevantes protagonistas de noticias trascendentes en esta Argentina tan conflictuada. Empezando por el escándalo, aún en curso, en el megaministerio de Capital Humano, con su titular Sandra Pettovello, sobrepasada por las denuncias cruzadas, y el paso al frente de su espada comunicacional principal en el tema, la conversa Leila Gianni.
Su inesperado acting, en Comodoro Py, con Juan Grabois, pareció un involuntario homenaje a aquellas conventilleras peleas que propiciaba Mauro Viale cuando la TV Pública todavía se llamaba ATC, en los menemizados años noventa. El énfasis sobreactuado de ambos contendientes despertó en almas desconfiadas una idea peculiar: ¿podría haber algún tipo de originalísimo contubernio secreto entre ellos?
Detrás de tanta estridencia –que la Justicia amonestó– ¿se esconde una estrategia conjunta más profunda teniendo en cuenta la prodigiosa versatilidad ideológica de la que hace gala la funcionaria?
Justo en la semana en que el Presidente se definió como un “topo” que viene a destruir al Estado desde adentro, mejor sería que pusiera más la lupa en la infinidad de “topos” de la gestión anterior que permanecen en puestos claves de la administración pública que, en cambio, sueñan con la implosión del fenómeno libertario.
La marcha feminista del #NiUnaMenos ha ido perdiendo potencia con los años y en la del lunes último se acentuó esa deserción, a pesar de que los femicidios siguen a la orden del día –uno cada 35 horas– y el Gobierno desarma aceleradamente las políticas de “perspectiva de género”. En la presidencia de Alberto Fernández se sobredimensionaba el énfasis que le ponía mediáticamente al tema ya que le servía de comodín para tapar asuntos más graves.
Que el tema de la doble vara sigue tan vigente como siempre lo prueba que sí tuvo una gran repercusión la decisión oficial de eliminar la Subsecretaría de Protección contra la Violencia de Género y la consecuente renuncia de su titular, Claudia Barcia.
Pero, en cambio, pasó casi inadvertida y no se elevaron voces de condena feminista contra las muy insidiosas aseveraciones del periodista Horacio Verbitsky en su sitio El cohete a la Luna, al tomar sorprendente partido a favor del intendente de La Matanza, acusado de abuso sexual. “Melody Jacqueline Rakauskas ejercía la prostitución y su proxeneta la entregó a Fernando Espinoza”, escribió sin dudar el autor de Robo para la corona. Con todo, no es el párrafo más brutal, sino el siguiente: “Si esa era la actividad habitual de la mujer, según sus propias palabras, la pregunta es porqué en este caso no quiso y lo dio a conocer”.
Ya en un terreno más mundano, pero no exento de maldad, Verbitsky en su medio esponsoreado, entre otras marcas, por algunos gremios, gobernaciones e intendencias del conurbano, remata: “Con ella es difícil saber qué es verdad y qué no, ya que por momentos se presenta como una prostituta de lujo que viaja por el mundo, incluso en aviones privados, como las jóvenes polacas de El precio del placer, y en otros es una pobre chica acorralada por la miseria”. Nadie, hasta ahora, había puesto el cuerpo tan vehementemente por Espinoza.
Aunque fuera cierto el pesado rótulo de “prostituta” que le endilga a Raukaskas, el periodista, de pasado montonero, parece no querer entender que el “no es no” es un derecho de cualquier mujer, también de aquellas que él pretenda ensuciar.
Si hay tantos “bombones envenenados” cerca de políticos notables, el ilícito debe buscarse por el lado del bolsillo (o la bragueta) fácil y los billetes espurios que financian tantos placeres express. No en revictimizar a las víctimas o, si prefiere, a las “profesionales del sexo”.
Con motivo del reciente Día del Periodista, Gabriela Oliván, presidenta de WINN (Women in the News Network), una red internacional que reúne a 4500 mujeres periodistas, plantea que los hombres firman un 50% más notas que ellas y que apenas un cuarto de las jefaturas en doce mercados está en manos femeninas, a pesar de que representan el 40% de la fuerza laboral en los medios. Y suma un dato todavía más preocupante: el 73% de las periodistas sufre acoso online y el 20% ha padecido, también, violencia física por su trabajo. Con todo, WINN pretende representar un feminismo moderado, menos testimonial y vociferante que el que se expresa en calles y redes sociales y, particularmente, con sesgos ideológicos tan marcados, en los palcos de ciertos actos, para concentrarse en los retos tecnológicos que enfrenta la profesión, como el uso de la inteligencia artificial y el periodismo en redes y en streaming. WINN asegura apostar por un periodismo diverso que no se encapsule en categorías o simplificaciones porque subraya que “ser periodista es un género en sí mismo”.
