De Tolkien al #tetagate: privacidad e inteligencia
Los nombres hablan: la empresa fue creada en 2004 y bautizada Palantir, como la bola de cristal omnisciente imaginada por J.R.R Tolkien en La comunidad del anillo. Un dispositivo que podía ver pasado y futuro. Su misión: ofrece software de análisis de datos sobre seguridad y vigilancia a Estados y agencias de inteligencia (llamado "Ciudad Gótica") y a grandes empresas y financieras (el más mundano "Metropolis").
Creada por Peter Thiel, audaz pionero del Silicon Valley y amigo de Donald Trump en el mundo tech, fue ganando contratos con agencias de su país y Europa con un fuerte compromiso explicito, que suena tan oportuno como complejo y hasta contradictorio: defender y proteger la data personal de los usuarios y asesorar exclusivamente a países del Occidente liberal.
Esta semana, mientras los bloopers de involuntarias exhibiciones de intimidad aquejan a legisladores (el #tetagate de fama global) y se discute en la alta diplomacia el control sobre empresas que almacenan información personal (de TikTok a Google), Palantir dará que hablar: abre su cotización accionaria y se prevé una valuación billonaria pese a que jamás ganó dinero. Sigue los pasos de algunas de las grandes tecnológicas de la Costa Oeste con las que marca diferencias: jura no comercializar data personal y parece llamada a poner un nuevo hito, privado, supra-nacional, en la evolución de la ciber-vigilancia.