De Vido, en caída libre
El lunes pasado, durante la reunión entre Cristina Kirchner y la cúpula de la UIA, quedó claro cuán esmerilado está el poder de Julio De Vido en la conducción económica del Gobierno. En el encuentro, que duró una hora y cuarto, el ministro de Planificación no pronunció ni una palabra; luego, se fue sin saludar. Tan sólo Guillermo Moreno y Axel Kicillof apuntaron y ampliaron el mensaje de la Presidenta a los industriales.
La escena fue una síntesis apretada de la caída libre de De Vido, un concepto que se traduce en el retiro masivo de funciones durante el último año para confiarlas a Kicillof. El funcionario que fue "un hombre histórico de Néstor" perdió injerencia en áreas sensibles.
Uno de los empresarios presentes en la reunión, que conoce el despacho presidencial, afirmó que "De Vido fue el interlocutor más directo con el establishment en épocas de Kirchner. El ‘hablen con Julio’ ya no aplica".
El hablen con Julio ya no aplica
En cuatro meses del año pasado se desató el éxodo de poder de Planificación, cimentado en energía y transporte, hacia el entorno de Kicillof. El 30 de mayo de 2012, el abogado Juan Manuel Abud fue designado en la gerencia general de Cammesa, la administradora del mercado eléctrico, una posición históricamente devidista. La empresa se encarga de la operación técnica del sistema eléctrico y una de sus áreas controla los fondos utilizados para comprar combustibles: esta perla es llamada el guitaducto.
Cuatro días más tarde, el nuevo directorio de la seminacionalizada YPF quedó en manos de su CEO MIguel Galuccio y Kicillof, como director por el Estado. Esta última posición fue ocupada en tiempos de Repsol por Roberto Baratta, subsecretario de coordinación de Planificación. Durante la intervención de la empresa, previa a la expropiación, Baratta denunció las calamidades de la petrolera, pero él mismo había votado a favor de los balances y resultados de la gestión del management español. Cumplía órdenes del riñón político.
El corset sobre el control financiero de la energía siguió avanzando sobre De Vido. El 18 de junio del 2012 La Cámpora desembarcó en la estatal Enarsa, protagonista absoluta de la importación de combustible para cubrir el déficit energético, con Gastón Ghioni en la gerencia de finanzas y, seis meses antes, con Juan José Carbajales en la subgerencia general.
Exequiel Espinosa, ex presidente de Enarsa y hombre de confianza de De Vido, quedó acorralado y comenzó a ser seguido de cerca, hasta que renunció el 10 de mayo pasado en medio de peleas con funcionarios camporistas. Este funcionario era uno de los pasajeros del avión que trajo al valijero Guido Antonini Wilson y está denunciado en la Oficina Anticorrupción porque la Anses había registrado en 2007 que había percibido aportes patronales de Oil, petrolera de Cristóbal López.
Enarsa recibió subsidios por más de $20.000 millones durante 2012.
En septiembre del año pasado ocurrió el golpe de gracia: Kicillof se quedó con la titularidad de la Comisión que coordina al Plan Nacional de Inversiones Hidrocarburíferas, con poder ascendente sobre precios y petroleras. El protagonismo lo comparte con Guillermo Moreno y, en segundo término, con el secretario de energía Daniel Cameron, que en la práctica tiene voz pero no voto. La política energética, históricamente acaparada por el ministro de Planificación, cambió de manos.
Poco antes, Cristina Kirchner disolvió el Organismo Nacional de Administración de Bienes del Estado, que estaba en Planificación, para reconvertirlo en Agencia de Administración de Bienes del Estado, bajo la órbita de Jefatura de Gabinete.
Un capítulo aparte merece el traspaso de la estructura de la Secretaría de Transporte a Randazzo (quien se enteró horas antes del anuncio), que la semana pasada cumplió un año. Entre 2005 y mayo de 2012 De Vido ostentó en esta área un excepcional poder de caja: repartió sin control $65.539 millones en subsidios a empresas de colectivos. Sus secretarios del área, Ricardo Jaime -quien vino de Santa Cruz- y Juan Pablo Schiavi terminaron con procesamientos penales. El primero por presunto enriquecimiento ilícito y el segundo por la Tragedia de Once e irregularidades en la implementación de la tarjeta SUBE.
El cambio fue tan brusco que cuando Randazzo se hizo cargo del área, empezó a hablar de los colectivos y los trenes como si se tratara de un nuevo gobierno, sin referencias a los nueve años previos.
La última novedad en desmedro del sistema de poder devidista ocurrió el 5 de junio, cuando la Presidenta devolvió Fabricaciones Militares a Defensa.
Los ejemplos siguen en la micropolítica. De Vido ahora enfrenta un otoño de poder y atornillado en su sillón [es el único ministro que sigue en el cargo desde 2003] quedó a cargo de dos resortes: la relación con intendentes, a través de la asignación de obra pública a municipios, y de la licitación de las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, el mayor proyecto de infraestructura en la historia del kirchnerismo.
Los que conocen de cerca la historia del kirchnerismo de antaño afirman que De Vido jamás hubiera perdido tanto poder en la escena económica si la muerte de Kirchner no hubiera irrumpido en la escena política
Julio Miguel es uno de los arquitectos históricos del modelo. Fue secretario de Obras Públicas durante la intendencia de Kirchner en Río Gallegos, director de obras del santacruceño Instituto de Desarrollo Urbano y Vivienda, administrador general de Vialidad Provincial y Ministro de Economía y Obras Públicas de Santa Cruz entre 1991 y 2003. Luego, asumió en un ministerio nacional creado a su medida.
Los que conocen de cerca la historia del kirchnerismo de antaño afirman que De Vido jamás hubiera perdido tanto poder en la escena económica si la muerte de Kirchner no hubiera irrumpido en la escena política. En especial por la relación con Lázaro Báez.
Entre 2003 y 2011, Austral Construcciones, la constructora de Baéz, se adjudicó obras que licitó Planificación por $4300 millones en Santa Cruz y por $1092 millones fuera de la provincia. La relación De Vido-Baéz posee una última punta abierta.
El Ministerio de Planificación tiene a su cargo la comisión que debe decidir al adjudicatario de la mega obra de las represas. Austral Construcciones quedó finalista en la licitación en una UTE con la china Sinohydro. El mismo destino sigue Electroingeniería, en sociedad con Hidrocuyo y otra china, Gezhouba Group.
La comisión que vigila De Vido adjudicaría las represas a Electroingeniería, quien tarde o temprano necesitará movilizar trabajadores y equipos en grandes cantidades a suelo santacruceño. Podría terminar apelando a contratar los servicios de Austral, el único proveedor de servicios de la construcción en gran escala para esa zona. Este desenlace podría ser un último servicio para el kirchnerismo, algo así como un recuerdo del futuro.