Debates esclarecedores
Son de destacar la amplitud y el nivel de las discusiones planteadas en programas televisivos, aceptando las diferencias y con miras a la unión nacional
A lo largo de su historia, la Argentina atravesó graves conflictos y divisiones. Los años 70 marcaron dramáticamente a nuestra sociedad. Han pasado cuatro décadas y aún seguimos sufriendo por aquellas heridas.
En consideración a la tan anhelada superación de esos viejos desencuentros, debemos destacar como un paso positivo hacia el reconocimiento de una más equilibrada versión de la historia la realización de una serie de debates televisivos que tuvieron lugar en el programa Intratables. Conducido con corrección y mesura por Santiago del Moro, pudieron apreciarse allí intervenciones que representaron el sonido de las dos campanas. A partir de una exhortación de Victoria Villarruel, del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), para que sean también reconocidas las víctimas ocasionadas por las agrupaciones terroristas, se sucedieron exposiciones en las que no faltaron testimonios de quienes sufrieron de ambos lados las consecuencias de aquel gravísimo enfrentamiento.
Con honestidad intelectual, Eduardo Anguita, que integró el ERP, recordó que se financiaban con secuestros extorsivos, asaltos a bancos y contribuciones de los militantes. Reconoció los intentos de copamiento de institutos militares, teniendo estas declaraciones y las demás del debate una amplia repercusión en las redes sociales. Mucha gente joven supo por primera vez de estos sucesos.
Entre los testimonios causó también impacto el de Silvia Ibarzábal, hija del coronel secuestrado durante 300 días en una jaula y luego asesinado por terroristas. Fue uno de los tantos casos dramáticos, como el del coronel Argentino del Valle Larrabure.
Los constituyentes de 1853, en circunstancias históricas de graves enfrentamientos internos, supieron elevar la mirada y proponer la unión nacional como pauta programática para la convivencia de los argentinos. Así lo estableció el Preámbulo de la Constitución nacional. El Acuerdo de San Nicolás había hecho posible superar las heridas del largo y doloroso período rosista que terminó con la batalla de Caseros.
En el marco de la Guerra Fría, la Argentina, como otros países de la región, se vio sometida a la acción de grupos armados empeñados en imponer la revolución con orientación marxista leninista. El modelo era Cuba y sus operaciones no tomaban en cuenta la institucionalidad como valor a respetar. Enfrentaban tanto a gobiernos constitucionales como de facto.
Después de aplicar la justicia sobre los delitos de las organizaciones armadas, el fuero penal antisubversivo fue suprimido en 1973 por el breve gobierno de Héctor Cámpora. A partir de entonces el terrorismo tomó impulso y desbordó las fuerzas del orden. La represión encarada desde el Estado adoptó procedimientos ilegales e inaceptables, como lo eran también los del terrorismo que se combatía. La interpretación errónea y orientada de que el terrorismo de Estado cargó sobre jóvenes idealistas y opositores a dictaduras militares se convirtió en relato oficial a lo largo de los últimos años. Tras una cifra falsa del número de muertos y desaparecidos para que alcanzara la categoría de genocidio, se trató absurdamente de equipararlo con el Holocausto, que se cobró alrededor de seis millones de víctimas.
Toda manifestación contradictoria o enfrentada con el relato ha sido execrada por años, con demandas de inmediata retractación y denuncias judiciales. Así ocurrió frente a los dichos de Darío Lopérfido y de Juan José Gómez Centurión. En esta misma línea se ubica la presentación de un desatinado proyecto de ley hecho público estos días por la diputada kirchnerista Nilda Garré para configurar como delito el negar, minimizar, justificar o aprobar cualquier forma de genocidio o crímenes contra la humanidad.
Es en este contexto donde luce como altamente positivo que en un programa de televisión se discutan con amplitud estos temas que ya pertenecen a la historia. Es de esperar que esto no sea un hecho aislado, sino el comienzo de un auténtico y necesario debate que contemple todas las voces sobre lo ocurrido en nuestro pasado reciente. El derecho a expresarse que todos tenemos debió haberse preservado siempre.
Participantes y televidentes de Intratables pudieron percibir que estamos ante la posibilidad de una instancia superadora. Con pocas excepciones, nuestra ciudadanía quiere la concordia, aceptando las diferencias de pensamiento sin pretender imponer una única verdad. Esto nos permite soñar con un futuro de unión nacional, como la que pretendieron y lograron quienes plasmaron ese propósito en el Preámbulo de la Constitución.