Del arte de acordar al arte de polarizar
Cuenta la leyenda que en tiempos lejanos cierto emperador mandó a serruchar todos los bancos de plaza para que, una vez angostados, allí sólo pudiera sentarse una pareja a cultivar el amor en un país diezmado por las guerras. A partir de entonces en los bancos no entrarían más que dos. Y así, modificando el "mobiliario urbano" -una forma de ortopedia social-, el emperador eliminó la "terceridad", enemiga de la fertilidad.
Muy lejos de aquel Oriente, en la Argentina también se achicó el banco y sólo entran dos: Macri y Cristina. En cambio, Massa, Randazzo, Stolbizer y el peronismo "clásico" quedaron en otro banco, el de suplentes. ¿Por culpa del gobierno y el kirchnerismo? No. Por la incapacidad de estos terceros para construir un discurso atractivo, confiable y que no cambie al mes siguiente. Si la "ancha avenida del medio" perdió carriles no fue porque se los quitara el Gobierno o el kirchnerismo, sino porque sus propios protagonistas no pudieron ofertar ninguna propuesta superadora sobre los últimos grandes debates nacionales: huelgas docentes, primer paro general o rumbo económico.
¿Deben volver los maestros al aula y seguir protestando con los chicos adentro? Si pensaban eso -muchos lo decían en off- no se atrevieron a manifestarlo por temor a ponerse a los gremios y a parte de la sociedad en contra. ¿Hay que permitir más inflación para fomentar el consumo interno? Lo balbuceaban, pero tampoco se animaron a plantearlo. ¿Debió el sindicalismo hacerle un primer paro general a Macri? En la ancha avenida están en desacuerdo con el rumbo económico, pero un paro les parecía excesivo. Sin embargo, silencio.
Hay momentos en los que la política es como el casino: el que apuesta poco a lo sumo gana poco. Los del medio prefirieron no arriesgar grandes definiciones. Por eso ganó la banca. O sea, los dos del banco.
Mientras maniobra con una economía que no logra domesticar, Macri construye su identidad, endureciéndose contra sindicalistas y docentes. Guiado por encuestas y después del 1-A, el Gobierno trocó el "arte del acuerdo" por el arte de la polarización y se curó de un día para el otro de su complejo de centroderecha culposa.
El kirchnerismo la tiene complicada: en Venezuela las protestas contra Maduro dejan muertos y heridos. Y en Santa Cruz a Zannini lo insultan en la calle y a Alicia le piden la renuncia. Ni la patria grande ni la patria chica le sirven de espejo. Macri, por oposición, le permite mantener cierta identidad.
Hasta Lázaro Báez está irreconocible. Por un episodio cardíaco se atendió en Los Arcos. Primera vez en diez años que alquila una habitación y la usa.