Desolación
KABUL, Afganistán.– Gris claro, gris oscuro, tonos acerados de una niebla que todo lo envuelve y lo tiñe. Es tan densa que no deja ver más allá, aunque un difuso contorno a la distancia deja vislumbrar que algo hay, pero se nos escapa la posibilidad de definirlo. Sí distinguimos a esos seres en medio de ese paisaje desolador. Porque a la bruma hay que sumarle el lodo, producto de una lluvia reciente o que tal vez, aunque tenue, esté cayendo en ese instante. El hombre que maneja el carro ha girado hacia el que está atrás, de pie, con quien parece estar dialogando. Quién sabe de qué hablarán. Mientras, el burro tira del carro, mirando hacia adelante, sometido a cumplir con la voluntad de esos humanos. Desazón transmiten los tres en medio de ese paisaje desapacible, al que se suma un frío intenso, propio de esta época del año en Kabul. Una inexplicable y cruel postal medieval en medio de un tecnologizado siglo XXI que no ha llegado para todos.