Destino
Llegó con otros tres amigos una semana antes del debut de la Argentina en Rusia. El sábado, horas después del inquietante empate ante Islandia, sufrió un golpe que lo sacó del Mundial. Fue tan dura la lesión como insólito el motivo que la provocó. Estuvo internado dos días en el principal hospital de Moscú, rodeado de médicos y enfermeras eficientes, pero nada comprensivos de su dolor. Varias fracturas y la rodilla izquierda muy dañada le quitaron la ilusión de pasar 40 días navegando entre hinchas de todo el mundo; él mismo es uno de esos apasionados que siguen a todas partes a su equipo.
Ayudado por el personal de la embajada argentina en Moscú, Lucas Hernán Pérez embarcó el martes a la tarde y ayer a la mañana llegó a Ezeiza. Viajó con una camiseta argentina con el número 13 en la espalda. ¿Supersticioso? Para nada. Este fanático de Defensores de Belgrano está convencido de que el sábado, en la vereda de la calle Vasílievskaia, salvó su vida en lugar de estar a punto de perderla. El instinto lo frenó luego de escuchar los gritos desesperados de un grupo de chicas que lo alertaron en ruso de que un joven estaba cayendo sobre él desde un séptimo piso. El destino no habla idiomas, pero puede hacerse entender.