Diego Santilli, o la ofensiva de un macrista que va por más
Pasó por el menemismo y por el kirchnerismo antes de apostar al proyecto de Mauricio Macri. Ahora, al frente de una llamativa estrategia mediática, el flamante ministro de Ambiente y Espacio Público parece dispuesto a anotarse en la sucesión porteña Laura Di Marco Para LA NACION
Ambicioso, verborrágico, amiguero, con fama de hombre de consenso y, a la vez, exponente puro de la corporación política ligada al peronismo, el "peromacrista" Diego Santilli se ha convertido, en sus primeros 50 días de gestión al frente del área de Ambiente y Espacio Público, en el ministro más autopromocionado del gabinete de Mauricio Macri. Lanzado de lleno a competir por la jefatura del Gobierno porteño dentro del macrismo -una meta que aún no hace pública y que lo enfrenta a Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta-, el marketing de su gestión es prácticamente diario. Una estrategia que incluye bombardeos cotidianos de mails, dirigidos a medios y periodistas, que lo muestran como un ministro enérgico y proactivo, que en pocos días fue capaz de "sacar la oficina a la calle".
Sus compañeros en Pro bautizaron en broma la ofensiva mediática como "el spam Santilli", o el "aparato Goebbels de Nancy", en alusión a la publicidad desplegada por el flamante ministro, monitoreada por su mujer, la periodista Nancy Pazos.
El asunto es que semejante vidriera está rindiendo sus frutos: los diarios hablan de él y el nivel de conocimiento público en torno a su figura creció ocho puntos en apenas un mes: un 28 por ciento de porteños sabe hoy quién es el, hasta hace poco, ignoto vicepresidente primero de la Legislatura porteña, cargo que ostentó hasta principios de 2009, cuando Macri hizo el recambio de medio término de su gabinete porteño.
Todos apodan "El Colo" (es pelirrojo) a este contador de 42 años, con una sólida y probada formación financiera en el exterior, una cualidad que le reconocen no sólo en Pro sino también en la oposición. Empezó militando en el menemismo -más precisamente en el sector del PJ porteño que entonces lideraba Miguel Angel Toma-, coqueteó luego con el orteguismo, tuvo más tarde un fugaz pero intenso romance con el kirchnerismo (que quedó abortado por su pésima relación con Alberto Fernández, entonces mandamás del peronismo capitalino) y en 2003, finalmente, se enroló entre los peronistas que sellaron un acuerdo con el jefe porteño. Sector, en Pro, al que todos reconocen como el "peromacrismo".
Pero si bien Santilli reivindica sus genes peronistas, vive con culpa su propio pasado menemista o el de su padre, Hugo Santilli, presidente del Banco Nación durante el gobierno de Carlos Menem. La prueba es que trata de no mostrarlo demasiado en el marketing político con que construye su imagen y en el que sí privilegia su costado de flamante papá. Por ejemplo, le gusta mostrarse en su despacho con su tercer hijo, Tonio, de apenas dos meses.
Tampoco parece desesperado por exhibir sus aceitados vínculos políticos con popes peronistas como Carlos Corach o Eduardo Duhalde, a quien admira y con el que le gusta tratar, cuidándose de no aparecer en la misma foto por las resistencias que esa imagen podría generar no sólo en el electorado de la Capital, su territorio, sino en Macri. De todos modos, hoy por hoy parece depositar más fe en Jaime Durán Barba, el consultor de imagen del macrismo, que en el general Perón.
"Su Biblia tiene dos palabras clave: medios y poder", señala un ex funcionario de Mauricio Macri que lo ha tratado mucho. Sus colegas en la Legislatura opinan más o menos igual, hasta tal punto que, sin que Santilli lo sepa, lo apodaron Nazarena Vélez, en homenaje a su veta vedettista.
De todos modos, es difícil que "El Colo" suscite odios verdaderos. Al contrario: tiene una simpatía arrolladora, que incluso logró quebrar la desconfianza y hostilidad que Gabriela Michetti sentía hacia él cuando, durante el gobierno de Aníbal Ibarra, ambos conducían los dos bloques macristas de la Legislatura, claramente enfrentados en sus estilos.
Todos coinciden en que, por la personalidad del "Colo", es casi imposible pelearse con él. "Tiene una lógica bien peronista, en la que las discusiones, que pueden ser muy profundas, para él se saldan con las votaciones. Sin problemas puede ´canjear´ con la centroizquierda una ley sobre derechos humanos por algo que necesite Macri sobre el presupuesto, por ejemplo. Así, bien pragmático. De hecho, le consiguió a su jefe todas leyes que mandó el Ejecutivo. Cumple con los compromisos sin fundamentalismo, y contribuye a bajar los niveles de crispación", observa el legislador de la oposición Martín Hourest, quien asumió en reemplazo del socialista Norberto La Porta.
Medios y Poder
Para la primera parte de su ecuación -los medios-, su pareja con Nancy Pazos, la periodista estrella de los 90, que construyó su nombre relatando los avatares del menemismo, resulta una pieza clave. Madre de sus tres hijos, Teo, Nicanor y el recién nacido Tonio, es la hacedora y jefa en las sombras -y no tanto- del miniaparato mediático que rodea al nuevo ministro. Un aparato que cuenta con el aporte de la experimentada Alicia Grisutti, una consejera que ocupó un lugar similar junto a Eduardo Bauzá cuando éste era el máximo operador de Carlos Menem.
La pareja vive en Puerto Madero, tiene una casa de fin de semana en Pilar, en el country La Lomada, y sus chicos mayores asisten al prestigioso y caro colegio San Jorge, en Quilmes.
Tiene, además, una fluida relación personal con Daniel Hadad y con los empresarios periodísticos Daniel Vila y José Luis Manzano.
El intendente de Tigre y ex jefe de Gabinete K, Sergio Massa, es otro de sus grandes amigos en las filas de la oposición. Lo conoció a fines de los 90, en Miami, cuando Palito Ortega soñaba con ser presidente y alentaba a sus fans desde la ciudad de las palmeras. Massa era uno de sus principales operadores. "Un gran tipo Sergio; en aquellos años recorrimos juntos todo el país". De su paso por el orteguismo también le quedó el vínculo con su ahora "enemigo" estratégico dentro de Unión Pro, Horacio Rodríguez Larreta, otro aspirante a suceder al jefe de la Ciudad en el sillón de Bolívar 1.
"Ahora Gabi puede mirar a la distancia la pelea de Diego y Horacio, después de haberse ido del Ejecutivo. Y si bien no la alienta, a ella le viene bien esa pelea en el barro porque, en las encuestas, está a años luz de los dos", apunta un politólogo conocido que comparte charlas políticas puertas adentro de Pro, en particular con Michetti.
Montado a la apuesta mediática, en septiembre de 2009 Santilli presentó el libro "La Familia Vial", bajo el formato de un cuento para chicos. Para su lanzamiento puso en marcha una formidable campaña, que incluyó afiches callejeros por toda la ciudad. "Che, Colo, querido, me empapelaste toda la Ciudad con tu cara...", le enrostró, divertido, el jefe porteño en plena reunión de gabinete. "Es que... ¿Sabés qué pasa, Mauricio? Yo no quería hacerlo, pero viste cómo son las grandes editoriales. Me obligaron..." No llegó a completar la frase porque todo el gabinete Pro, incluido Macri, estalló en carcajadas.
La elección de vínculos políticos estratégicos, su lógica pragmática y la formación que tuvo en el exterior lo ayudaron a consolidar la segunda clave de su construcción: la cercanía con el poder. Lo ayudó también el hecho de haberse criado en una familia acomodada del barrio de Palermo: su padre tenía una próspera empresa constructora en aquellos años, trampolín que lo catapultó a la presidencia de River Plate, equipo de sus amores.
Santilli suele jactarse entre sus íntimos de ser uno de los pocos políticos a los que Macri, recluido siempre en el círculo íntimo integrado por sus amigos de toda vida José Torello y Nicolás Caputo, invitó a su cumpleaños de 50. Y es cierto: sus propias habilidades personales lo ayudaron a ir subiendo en el sistema de decisiones políticas de Pro, gracias a un vínculo cada vez más bueno con el jefe.
Atesora fotos con el hijo del vice demócrata de Obama, Hunter Biden, y con el propio Bill Clinton. A Biden junior, según relata, lo conoció en Virginia, en el cierre de la última campaña presidencial norteamericana. "Y a Clinton lo conocí por casualidad; estaba con Hunter en un restaurant donde van todos los demócratas, en Washington, y apareció el ex presidente. Fue una noche espectacular".
Varios años atrás, cuando recién empezaba su relación con Pazos, los periodistas de la Sección Política de Clarín, antiguos compañeros de redacción, recuerdan una sugestiva frase de Nancy. "A Diego lo veo con pasta de presidente", lanzó ella frente a sus colegas, sorprendidos porque Santilli era entonces un ignoto militante. Por aquella postal quizá, no son pocos lo que creen ver, detrás del celo que pone la periodista en promocionar a su marido, sus propios deseos de ser Primera Dama.
Muchos sostienen que la fuerza del deseo crea el destino. Si ese fuera el caso, podríamos decir entonces que Santilli ha elegido el camino correcto.
© LA NACION
Quién es
Nombre y apellido: Diego Santilli
Edad: 42
Un joven de Palermo: Nació en Buenos Aires, en una familia de clase media acomodada del barrio de Palermo. Su padre, Hugo Santilli, tenía una empresa constructora, fue presidente de River Plate y estuvo al frente del Banco Nación durante el menemismo.
De las finanzas a la política: Contador de la UBA, estudió finanzas en Chicago y la Universidad de Berkeley, en San Francisco, antes de especializarse en la Escuela de Política y Gobierno, de París, y saltar a la política. En 2007, Macri lo puso al frente de la Legislatura porteña.