El autoritario Daniel Ortega arremete nuevamente contra los medios
Jaime Chamorro, el actual líder de la dinastía periodística nicaragüense propietaria del diario "La Prensa", sabe bien lo peligroso que es luchar contra los déspotas por defender las libertades de opinión y expresión. El dictador Anastasio Somoza Debayle, el último de los tres dictadores sucesivos con ese nombre, no sólo cerró en su momento el diario por todo un largo año, sino que obligó a su padre a tener que exiliarse, para así tratar de preservar su vida y su libertad. Esto último ocurrió cuando Jaime Chamorro tenía apenas 10 años.
Pero la lucha ha continuado. Jaime Chamorro tiene hoy 85 años, pese a lo cual no baja la guardia y sigue firme en el timón del prestigioso diario de su familia. Todavía, ciertamente el más influyente de Nicaragua.
Desde los días del dictador Somoza Debayle, el diario fue atacado, tanto desde la derecha como desde la izquierda. Porque su opinión, siempre libre y sonora, molestó de pronto a los distintos gobiernos de turno.
Hoy el autoritario nicaragüense, Daniel Ortega, está una vez más tratando de silenciarlo. Con los métodos perversos de siempre. Fundamentalmente, haciendo casi imposible que pueda importar sin dificultades el papel para diarios y las tintas requeridas para poder imprimirlo.
La última importación de papel de diario por parte de La Prensa realizada en octubre del año pasado. Ella está ya por agotarse y el diario, en su formato impreso sale a la calle con apenas ocho páginas.
Hay, sin embargo, unas 92 toneladas de papel de diario que están depositadas en los galpones de la aduana. Por mil distintas y sorprendentes razones, lo cierto es que no se han podido despachar a plaza.
Una mancha más sobre Ortega, de quien, en un país hoy lleno de miedo, han escapado ya unos 100 periodistas, más o menos precipitadamente, por razones graves de seguridad personal que no hace falta explicar.
La Prensa, que alguna vez tuviera en su plantel un centenar de periodistas, hoy tiene solamente 35. Pero su página electrónica, que se conduce y carga desde Costa Rica, recibe unas dos millones de visitas mensuales.
Su voz entonces sigue presente, pero necesita que en nuestro hemisferio se sepa que, una vez más, el señero medio nicaragüense está siendo asediado, situación que no es -para nada- lo mismo que haberlo silenciado.