El balance entre dar y recibir en una pareja
En toda "cuenta bancaria afectiva" debe existir un balance entre el dar y el recibir. Cuando esto no ocurre, surgen los conflictos. Te invito a considerar las siguientes variables:
a. En una pareja uno da y el otro recibe
Supongamos que, en una pareja joven, uno de los dos trabaja para que el otro pueda estudiar. Durante algunos años, uno es el que da y el otro es el que recibe. ¿Qué sucede cuando se da esta dinámica? El que da acumula ira: "Al final, yo pienso en todos y nadie piensa en mí", se dice a sí mismo. Mientras que el que recibe acumula culpa porque no puede saldar esa deuda. Es decir, que se trata de dos solitarios que armaron una pareja. Funcionan "equilibradamente"… hasta que alcanzan un punto en el que, en general, aquel que recibe es el que rompe la pareja. Esto se debe a que llegan a un momento de saturación en el que se quiebra la pareja y quien da maximiza su frustración y piensa: "Le di mis mejores años y así me paga".
b. El que pide, pide y pide
Hay personas que nunca están satisfechas. Todo es bienvenido pero no es suficiente, jamás se sacian. Es el demandante que pide: "Dame esto, dame aquello y dame esto otro". Quien actúa de ese modo parte de la siguiente premisa: el mundo me debe. Como resultado, vive buscando aquello que nunca lo termina de satisfacer. Es decir que todo lo recibido cae en saco roto. Dicha premisa probablemente la elaboró en una infancia insuficiente, carente de estímulos, de afectos, etc.
c. El que da, da y da
Es el "síndrome de los Reyes Magos"; o el "síndrome de la ambulancia". La persona que da permanentemente lo hace por inseguridad. Pero llega un momento en el que se vacía, se agota. Básicamente, esta actitud puede tener lugar por dos motivos:
1) Para no pasar inadvertido y ser reconocido ("Acá estoy yo, mírenme")
2) "Te doy para que nunca me dejes"
d. Una relación sana basada en el dar y el recibir
Siempre debe haber un balance, como decíamos al comienzo, entre el dar y el recibir. El dar es la energía de la vida, aquello que mantiene el ciclo de la vida. Debemos dar a muchos y a distintas personas. Pero dar sin esperar nada a cambio. En eso consiste el amor. No hay que demandar nada del otro pero, si el otro nos agradece, nos ayuda, etc., su reconocimiento debería ser bienvenido y recibido.
También necesitamos recibir porque no se puede dar lo que no se tiene. Cuando uno deja de recibir termina por marchitarse. Para recibir, hay que aprender a disfrutar. ¿Por qué hay personas a las que les cuesta recibir? En el fondo, les cuesta porque saben que recibir les genera una deuda que tienen que saldar dando.
Para concluir, la máxima universal: "Ama a tu prójimo como a ti mismo" que enseñó Jesús, encierra magistralmente la idea de cuidarnos a nosotros mismos. No dice "en lugar de a ti mismo", ni "menos que a ti mismo", sino que nos insta a aprender a cuidarnos primero para ser capaces de cuidar a los demás. Yo aprendo a darme a mí mismo/a para poder darle al otro.
Si tenés alguna inquietud, podés escribirme a Bernardoresponde@gmail.com