El deporte como escuela de vida
Hace poco tiempo me preguntaron qué significaba el deporte en mi vida. Es difícil explicar todo lo que engloba esta palabra. A los 13 años, impulsado por el entrenador de mi ciudad, comencé a prepararme en atletismo. Cuando se dice que el deporte saca a los pibes de la calle y les otorga un ambiente de contención sano, caemos en el riesgo de pensar la frase como un eslogan vacío. Mi testimonio da cuenta de que el deporte significa eso y más. Para competir hacen falta ambición, deseos de auto superación, y eso requiere llevar una vida equilibrada, alejada de los vicios, pendiente de una buena alimentación y descanso. Pero sobre todo se necesita mucha dignidad para asumir derrotas y trabajar la capacidad de frustración para cuando el cuerpo o la mente no pueden estar a la altura de nuestros deseos, lo cual también ejercita el autocontrol y en muchos casos aleja de la violencia.
En 1994, en Lisboa, me consagré subcampeón mundial juvenil en lanzamiento de disco. Si bien fue un logro significativo para mí, el camino fue más importante que la meta. Porque en esos días, teniendo en cuenta que vengo de una familia numerosa con recursos económicos básicos para subsistir, se me permitió explorar y conocer nuevos universos, que de otro modo me hubiesen resultado inaccesibles. Viajé, recorrí gran parte de América, Europa y Asia; conocí gente de todas las clases sociales que me respetaron por mi esfuerzo, por las horas dedicadas a canalizar mi vocación, por mi compromiso; estudié; crecí profesionalmente y como persona. Al deporte y a un puñado de personas que creyeron en mí les debo casi todo lo que soy: un hombre de bien.
Recientemente tuvimos el placer de celebrar en nuestro país los Juegos Olímpicos de la Juventud. Nuestros deportistas nos regalaron la gloria de dejar posicionado al país entre los primeros seis lugares en cantidad de medallas: 11 de oro, 10 de plata y 11 de bronce. En las disciplinas de lanzamiento de atletismo tuvimos el orgullo de que Nazareno Sasia (bala) se consagrara con el oro y Agustín Osorio obtuviera la medalla de plata en jabalina. Pero además todas las disciplinas de atletismo nos dejaron posicionados en buenos lugares. Sería ingenuo pensar que este excelente rendimiento fue azaroso. En todas las actividades de la vida siempre tienen mayores posibilidades de destacarse aquellos con un adiestramiento continuo en el área específica a desarrollar. Lo mismo sucede con nuestros deportistas. Desde fines de 2014 venimos trabajando en el Programa Juegos Olímpicos de la Juventud 2018, cuyo objetivo fue recorrer el país en busca de talentos locales para potenciarlos, desarrollar sus condiciones e iniciarlos en las competencias internacionales para que los deportistas llegaran en estado óptimo a los Juegos. Producto de este trabajo constante, que se llevó a cabo de manera conjunta con los entrenadores locales, los jóvenes llegaron a la Villa Olímpica en excelentes condiciones con la ambición de superar sus marcas y rendimiento.
En un país como el nuestro, que enfoca muchas veces todo su espíritu deportivo en el negocio del fútbol, no podemos dejar de pedir una política pública deportiva que incluya a todas las disciplinas, que potencie los talentos que están diseminados en todo el territorio nacional y los contenga. Porque el deporte es el acceso a algo distinto y mejor para muchos chicos que de otro modo están destinados a la marginalidad. Porque mi historia es la de muchos pibes argentinos.
Entrenador de los Juegos Olímpicos 2018 en las disciplinas de lanzamiento
Julio Piñero