Catalejo. El doctor
Es un señor doctor. Uno de esos médicos con autoridad, sabiduría, compromiso. Uno de esos médicos que, muy a la usanza norteamericana, trabajan y estudian o investigan casi en partes iguales, porque, se sabe, en el campo de la salud la evolución obliga a un refresh permanente. Recibido en la UBA en 1960, hizo la residencia en medicina interna en el Cemic y en neurología en Johns Hopkins University Hospital, en Baltimore. Fue miembro del Junior Staff en la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota, y, de regreso en el país, jefe de Neurología del Cemic y del Hospital Británico. También descolló como docente en la cátedra de Neurología en el Hospital de Clínicas y, desde 1994, como consultor senior en Fleni, donde sigue atendiendo hasta hoy, al igual que en su consultorio privado. Especialista en movimientos anormales, fue el primero en el país en usar las nuevas drogas contra el Parkinson y el que trajo la toxina botulínica con fines médicos. En fin: una carrera hecha y derecha, fecunda, reconocida, premiada. Pero faltaba algo. Tras dos años de trabajo, acaba de terminar, a los 80 años, su tesis doctoral sobre la enfermedad de Friedreich (ataxia recesiva) y dosaje del gen anormal llamado frataxina.
Chapeau, Ralph Pikielny.