El futuro cae de maduro: comidas mutantes
Ni culturalmente fruta, ni técnicamente verdura, es el más ubicuo de los alimentos de huerta y de los más extendidos y versátiles. Con esa descripción la revista Wired le dedicó su última tapa al tomate, en la evolución tecnológica de su cultivo. Llevaba un sugestivo título: "El mutante futuro de la comida".
Una nueva herramienta llamada Crispr funciona a través de una alteración genética, como un acelerador de la naturaleza.
Meses atrás, la misma publicación había analizado y advertido sobre los defectos de los tomates genéticamente modificados: esféricos, incoloros, desabridos. Ahora, ponía el foco no en los comidas que mezclan genes (las demonizadas "Frankenfoods") sino en otra técnica de manipulación, menos monstruosa. Comida mutante.
La tensión entre el paradigma sintético y el natural, clave entre el siglo XX y el XXI, en la que el plástico y otros sucedáneos de laboratorio desplazaban materiales orgánicos, entró en una nueva fase: la edición genética de los alimentos impone nuevos debates.