El hit infantil que padecen los adultos
Hablemos de la crueldad de la música: cinco internos de una prisión de Oklahoma fueron torturados durante horas y horas con la escucha del hit musical infantil "Baby Shark", hasta quedar extenuados. Sus carceleros recibieron una acusación penal, y la Justicia terminó por reconocer que la audición ininterrumpida de esa canción puede ser considerada un suplicio. En su libro "En contra de la música" Julio Mendívil habla de "la música como tortura: el oído no puede cerrarse… Es imposible escapar a la agresión acústica."
Baby Shark (Tiburón Bebé) es un video que lleva 6000 millones de reproducciones en YouTube, tal vez porque a los niños les gusta escuchar la misma canción cientos de veces. El adulto que salga a buscarla se encontrará con una melodía sin variaciones, un letra básica (con un fonema que se repite) y una base rítmica fastidiosa. Pero cuidado con abrir esa puerta: es una música que se pega. Es hermana de "El Osito Gominola" y "El pollito Pío", viscosa y fluorescente como algunas plastilinas, dulzona y pegajosa como el chicle. Una de esas canciones que se incrusta en algún lugar del cerebro y se niega a abandonarlo.