El huracán globalizado
SI la crisis argentina es el resultado final de medio siglo de decadencia o si, por el contrario, se debe a factores coyunturales mucho más cercanos en el tiempo, tanto internos como externos, es un tema de debate en los ámbitos políticos, económicos y académicos.
La idea de la decadencia ha sido muy fuerte en algunas corrientes historiográficas, en el ensayo y en la novela. La imagen de la "grandeza argentina", generalmente situada a principios del siglo pasado, y de la pérdida gradual de esa grandeza a lo largo de las décadas está muy arraigada en la visión que los argentinos tienen de sí mismos. Pero fuera de esta imagen genérica, las opiniones se dividen. Para algunos la decadencia empieza con Yrigoyen; para otros, con el golpe de Estado de 1930, o con Perón, o con los sucesivos golpes militares de 1955 en adelante.
Pero, ¿puede decirse que la Argentina, a partir de 1910, estuvo en constante decadencia? ¿No hubo acaso períodos de florecimiento económico y cultural como los de las décadas del 20 y el 30? Del peronismo, ¿no se puede rescatar esa idea movilizadora que fue la justicia social, aunque haya que criticarle su estatismo y su autoritarismo? El desarrollo industrial entre principios de los años 50 y mediados de los 70, ¿no se tradujo en una formidable expansión de la clase media, de cuya crisis tanto se habla ahora? Las universidades argentinas, ¿no tuvieron un momento de grandeza y reconocimiento internacional entre 1955 y 1966? ¿No se recuerda a "nuestros años 60" como una época dorada, pese a sus contradicciones? ¿No tuvo ningún valor la recuperación de la democracia en 1983 y el fin del ciclo de los golpes de Estado? ¿No hubo estabilidad económica, aunque breve, con el Plan Austral y en los primeros años de la convertibilidad?
Vientos de afuera
La Argentina no ocupa entre las naciones, desde hace décadas, el lugar que tenía en 1910, pero hasta hace poco era la sociedad más equilibrada de América Latina. Ese equilibrio se ha roto, pero por causas que tienen que ver más con el presente que con el pasado. El Premio Nobel de Economía 2001, Joseph E. Stiglitz, dijo que la Argentina tal vez se equivocó al aferrarse a la paridad peso-dólar después de la crisis del Sudeste asiático de 1997, como también se equivocó el Fondo Monetario Internacional al impulsar una y otra vez políticas restrictivas en los países emergentes, sin tener en cuenta fenómenos como el desempleo, la recesión y la caída de pequeñas y medianas empresas. "La globalización expone todos los países a grandes choques -dijo Stiglitz-, y la adecuación de las tasas de cambio forma parte de los mecanismos de reacción." También criticó el hecho de que la mayor parte del sistema financiero estuviera en manos de bancos extranjeros, ya que eso frena la ayuda a las empresas nacionales.
Desde este punto de vista, la actual crisis argentina no viene del fondo de la historia nacional, sino que viene de afuera y se explica por fenómenos más recientes, como la globalización. En todo caso, el error de la clase dirigente argentina fue no haber advertido los riesgos que se corrían y no haber reaccionado a tiempo. La corrupción, el exceso del gasto público y los costos de la política son las causas internas de la crisis. Pero las causas externas, como los huracanes de la globalización, tienen efectos aún más devastadores.