El impacto del triunfo de Chávez
Por su probable impacto en la región, las recientes elecciones presidenciales venezolanas habían despertado un interés realmente inédito. Chávez logró, está claro, un triunfo amplio. La sociedad venezolana quedó, sin embargo, dividida en dos mitades cuyas visiones son bien diferentes. Casi alternativas.
El propio Hugo Chávez, al celebrar su victoria, se encargó de destacar su impacto extra muros, al señalar -específicamente- que sus consecuencias se extenderán también a nuestro país. Y no se equivoca.
Sabe bien que, en la mayor opacidad, sus petrodólares apoyan constantemente su accionar, más allá de Venezuela. Basta un ejemplo para abrir los ojos: el valor petróleo subsidiado que suministra anualmente a Cuba se estima en unos 7 billones de dólares, cifra que supera la asistencia exterior de los países occidentales. Durante su campaña el líder opositor, Henrique Capriles, destacó que -en los 14 años de régimen chavista- Venezuela ha dedicado unos 172 billones de dólares a su política externa. Una verdadera avalancha de petrodólares destinada a intervenir en los asuntos internos de otros países.
Se encargó de destacar su impacto extra muros, al señalar que sus consecuencias se extenderán también a nuestro país. Y no se equivoca
Por todo ello, el resultado ya expresado en las urnas venezolanas podría llevar la deriva regional hacia un pensamiento totalitario, lo que es sumamente grave. Porque debe comprenderse que, en última instancia, el pensamiento totalitario es un camino que conduce metódicamente hacia la desaparición misma de la política, a través de limitar la libertad de opinión y expresión de modo de suprimir el disenso y encarrilarnos a todos en un pensamiento único, presuntamente infalible.
Cualquiera que actúe como ser pensante incomoda, entonces. Razón por la cual se lo demoniza, de modo de excluirlo de la vida política.
Con una invasión constante de imágenes se apunta a tapar la imaginación de la gente y a suprimir cualquier opinión distinta
En ese pensamiento sólo vale el relato que justifica el accionar del régimen de turno. Con una invasión constante de imágenes se apunta a tapar la imaginación de la gente y a suprimir cualquier opinión distinta. Es una estrategia siniestra, que claramente rechaza la pluralidad como vehículo de respeto individual y social.
En Venezuela, el exitoso camino del clientelismo seguirá siendo transitado. Por un rato, no obstante, su sociedad ha salido de la parálisis que se suele edificar sobre el miedo. ¿Por cuánto tiempo?
En teoría al menos, si la democracia es un conjunto de valores, el respeto a la mitad perdidosa debería ser expresado en un mayor equilibrio en la toma de aquellas decisiones que afecten a todos. Por vía del dialogo y las consultas. Esa no es, sin embargo, la visión de los que creen ser dueños de todas las respuestas y creen que no se debe siquiera escuchar a quienes no comulguen con ellas.
Su sociedad ha salido de la parálisis que se suele edificar sobre el miedo. ¿Por cuánto tiempo?
El derrotado Henrique Capriles -unificador ordenado de la oposición- cuya campaña fuera calificada por Moisés Naim como "perfecta", se ha transformado -por el momento- en el líder de una mitad de Venezuela. La perdidosa. Si logra ser escuchado -y tenido en cuenta- la semilla que sembrara tendrá futuro. Pero si su voz es prontamente ahogada, será una señal de que la marcha hacia el pensamiento totalitario ha sido acelerada. En última instancia, la respuesta -en esto- no depende de Capriles.
lanacionar