El mal de "la loca", un virus fuera de control
Suena a enfermedad vacuna, pero no: es una patología ciento por ciento humana. Hasta el momento no se conoce ninguna otra especie en la que al macho, afectado por "la loca", se le dé por asesinar a las hembras y puede que a las crías. Femenina hasta en su nombre, "la loca" es artera y letal: ataca a traición y ya no se detiene. Pasó hace días, en Hurlingham. "Le dio la loca", explicó un familiar de las seis víctimas. Como un relámpago, como una maldición, se descarga entonces un día "la loca" sobre un hombre, elegido al azar por el dedo del destino entre tantas otras posibles víctimas inocentes.
En el pasado, el mal de "la loca" era una enfermedad doméstica y sus ataques permanecían tras las puertas. Sólo en casos extremos el asunto salía a la luz. Pasó en México: en un feroz ataque de la loca, un hombre apuñaló a su mujer cientos de veces. Interrogado por el juez, explicó que sólo le había dado "unos cuantos piquetitos". Frida Kahlo, al enterarse de la noticia, pintó un cuadro. Allí se muestra el cuerpo desnudo de la víctima, cosido a tajos. A la derecha, un hombre en camisa blanca y una leyenda que habla de cómo la loca altera la percepción de quienes la sufren: "Unos cuantos piquetitos".
Desde entonces, "la loca" se ha ido saliendo de cauce. En la Argentina, hace años, atacó a un boxeador famoso y a un odontólogo de La Plata. Hoy ya es pandemia y cada 36 horas vuelve a las andadas, dejando a su paso lo de siempre: una mujer muerta, uno o varios huérfanos, padres y madres sin palabra que los nombre.
Por siglos se creyó en el mal de ojo, en la mala sombra, en que los espejos pueden tomar el alma de quien los mire. Hoy todos (abogados y jueces incluidos) creen en "la loca", eso que les da a los hombres buenos cuando "la bruja los enloquece" y ellos caen en "movimientos involuntarios" que los llevan a desfigurar mujeres sin siquiera saberlo. Quedan pues detenidos por otras causas. Nadie es culpable, claro, de que le dé "la loca".
Confío en que alguna vez (como sucedió tras el descubrimiento de los gérmenes y su vínculo con la fiebre puerperal, hipótesis que le había costado al médico Ignaz Semmelweiz el desprecio de sus colegas y hasta la internación en un psiquiátrico) entendamos que las causas suelen ser más complejas. Más invisibles.
Hasta entonces será "la loca" -no la violencia sexista, no el patriarcado bajo amenaza, no un sistema entero montando en el exterminio de los más frágiles- la gran acusada. Por eso, es mejor quedarse en quietud. No alzar la voz, ni marchar, ni pedir justicia. No sea cosa que "la loca" vuelva a desatarse y vaya ahora por las que aún respiran.