El mundo. El narcotráfico expande sus redes en la región
Carteles mexicanos con vínculos internacionales, países de tránsito que hoy son productores o proveedores de insumos: el negocio de las drogas en América latina resiste todas las políticas de lucha, y extiende el flagelo de una violencia creciente
Colombia es, junto con Bolivia y Perú, centro de la producción de la cocaína en el hemisferio. Ecuador y Venezuela ven cómo carteles mexicanos y colombianos los usan como países de tránsito, mientras Chile y Argentina -vista como un paraíso para el abastecimiento de precursores químicos- son utilizados como puertos de salida para exportar la droga a África y Europa. Brasil es el mayor consumidor de América latina, pero también el mayor proveedor de insumos químicos para procesar la cocaína. Y México, pese a la lucha del actual gobierno por desmantelar las redes de narcotráfico, no ha podido evitar la internacionalización de los carteles que hoy rebasan sus fronteras.
Ésta es la realidad que aqueja al continente, con violencia y adicción en incremento como consecuencias del avance del crimen organizado, que ahora no sólo centra sus actividades en el tráfico, sino en el tráfico de armas, lavado de dinero, extorsión, secuestro, control de productos piratas", tráfico y trata de personas, robo de vehículos y combustible, entre otras actividades ilícitas, con células especializadas para cada operación.
En México -donde, según cifras oficiales, entre diciembre de 2006 y noviembre de 2011 hubo 47.515 asesinatos vinculados con la guerra contra el narcotráfico-, la disputa por el control de los territorios se libra entre ocho carteles de la droga que operan en todo el país y que se convirtieron en grupos organizados trasnacionales. El país les queda chico, y el mercado de América del Norte también, y por ello su presencia y alianzas se extienden desde Canadá hasta Brasil, hasta sumar 16 países del hemisferio, o incluso más allá.
Informes de la Procuraduría General de la República (PGR) de México, revelan la reciente radiografía del narcotráfico en el país, en la que se reconoce como carteles al del Pacífico, que lideran Joaquín "el Chapo" Guzmán, Ismael "el Mayo" Zambada" y Juan José Esparragoza Moreno; el del Golfo; Los Zetas, que hoy enfrentan una escisión; los Arellano Félix; La Familia Michoacana; Los Caballeros Templarios; los Beltrán Leyva, y el cartel de Juárez.
A pesar de la lucha contra el narcotráfico emprendida por el gobierno de Calderón, que ha logrado que 22 de los 37 líderes y operadores más buscados hayan sido detenidos desde marzo de 2009, en los últimos años los ocho carteles consolidaron su internacionalización.
Para el profesor Bruce Bagley, director del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad de Miami, las organizaciones delictivas mexicanas tienen el control en la región andina y el expendio en el mercado del Norte. "En vez de dejar que grupos intermediarios negocien, ellos ya están con las manos en la masa", afirma. De acuerdo con el especialista, los mexicanos están "adquiriendo cargamentos ilegales a los grupos colombianos que negocian en el país, es decir, a las Águilas Negras, a los Rastrojos y a elementos de las FARC".
En Chile, para el gobierno todo parece indicar que los puertos del país son usados como zonas de tránsito. "Suponer que este 60% de la producción de la cocaína mundial (generada en Perú y Bolivia) de países vecinos sale por otros países y no por el nuestro es ilusorio", dice Rodrigo Ubilla, subsecretario de Interior.
Entre 2009 y 2011 se incautaron en diferentes partes del mundo 7,9 toneladas de cocaína que salieron desde Arica, ciudad chilena del norte y fronteriza con Bolivia y Perú, y si, de acuerdo con un análisis sólo se incauta un 25% de lo que circula, lo que ha salido de Chile podría subir a varias decenas de toneladas, según Ubilla.
En Uruguay, el mismo gobierno se congratula por tener una población reducida, de 3 millones de personas. "Somos muy pocos. Es muy difícil mantener el grado de confidencialidad y secreto como para que un gran cartel, sea mexicano o colombiano, se pueda instalar y operar", afirma José Pedro Izquierdo, titular de la recién creada Dirección Nacional de Lucha contra el Crimen Organizado. No obstante, se reconoce que es un país de tránsito de droga.
Drogas y delincuencia
La Argentina no puede decir lo mismo. En los últimos tres años aparecieron hombres fuertes de los carteles colombianos y sus familiares directos, al tiempo que se incrementaron los decomisos de cocaína y el consumo de drogas en la calles.
En abril de este año, la operación Luis XV -por la clase de muebles que eran usados para la exportación de drogas- dio como resultado la captura de 30 personas, la mitad de origen colombiano. En 2011, se incautó el récord de 6 toneladas de cocaína.
"El fenómeno del sicariato no se observaba en Argentina; hoy se ha vuelto una situación preocupante que va de la mano del aumento del tráfico de drogas. Si hay más capturas de cargamentos es porque se mueve más cocaína", dice Eduardo Amadeo, diputado nacional del Frente Peronista y ex titular de la Secretaría para la Prevención de las Adicciones y Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar). En los últimos cinco años se conocieron al menos tres casos de ejecuciones con víctimas colombianas ligadas al narcotráfico, y una más en la que los asesinados fueron tres argentinos, quienes negociaban venta de efedrina con carteles mexicanos.
En 2008, justo después de que México decidió cerrar las importaciones de efedrina, producto base para elaborar metanfetamina, en la Argentina creció la importación del producto de India y China, vía laboratorios locales de menor peso.
Para las autoridades argentinas, no están dadas las condiciones para la creación de carteles propios. "Tenemos una situación por ahora beneficiosa, que es que nuestro país está ubicado al revés del ciclo geográfico de los mercados de preferencia", dijo en declaraciones públicas Rafael Bielsa, jefe de la Sedronar y ex canciller.
Sin embargo, en los útimos años también aumentaron las bandas locales que ganaron pequeños territorios marginales con la comercialización del llamado paco, sustancia hiperadictiva conformada por pasta base de cocaína y de gran consumo en barrios en situación de emergencia.
Delincuencia común y drogas se cruzan en ese territorio, cuyos consumidores cautivos hacen las veces de soldados de cocinas de cocaína. Tres de las villas más importantes de la ciudad de Buenos Aires están desde el año pasado bajo control de seguridad de las dos fuerzas de frontera, la Gendarmería y la Prefectura, en un intento oficial de contener la violencia que desbordaba desde allí hacia otros barrios de clase económica media.
De país puente a productor
En tanto, en Venezuela, los especialistas advierten que allí es clara la operación de carteles mexicanos y colombianos.
Hernán Matute, coordinador de la cátedra libre Antidrogas del Instituto Pedagógico de Caracas, es tajante cuando se refiere a los resultados de la guerra contra las drogas: "No ha generado mayores beneficios para nosotros. Esta guerra se planteó en los países productores como Bolivia, Ecuador, Perú y Colombia. El problema se ha trasladado a Venezuela, que ya no sólo es un país puente. Tenemos sembradíos y un incremento del consumo. Este foco en los países productores fragmentó el problema, y por razones geográficas y de complicidad o tolerancia de la administración pública actual ocasionó una magnificación".
Pero para el académico, lo más dramático es el aumento del consumo. "Nuestras encuestas dicen que se ha incrementado 30% en la población juvenil durante los últimos diez años. Antes no teníamos laboratorios, y ahora el gobierno divulga videos donde aparecen los militares destruyéndolos. No teníamos problemas de grandes capos aquí, y ahora están. Ahora se habla aquí de carteles y minicarteles", detalla.
La joya de la corona es Brasil. Además de ser una ruta internacional y de representar el mayor mercado consumidor de cocaína de América del Sur, con 900.000 usuarios, ofrece los productos químicos para la industria de la cocaína. Allí, cerca de 25% de la población carcelaria -es decir, unos 119.000 presos- responde a proceso o fue condenado por tráfico de drogas.
Los grupos de crimen organizado en Brasil no tienen potencial para salir del país, pero están conectados a una red de organizaciones internacionales que representan un 3,5% del PBI mundial y mueven cerca de 600.000 millones de dólares.
El subsecretario del Interior de Chile, Rodrigo Ubilla, cree que difícilmente se podrá terminar con los carteles y los organizaciones criminales. "No los vamos a vencer nunca. Se pueden ganar posiciones y Colombia lo está haciendo todos los días, pero todavía existe el narcotráfico en la zona. Se le puede hacer daño en la medida en que se cuente con varios elementos y para mí uno de los principales es la información", afirma.
Galo Chiriboga Zambrano, fiscal general de Ecuador, es todavía más contundente: "Desde hace varios años tenemos una estrategia policial y militar, pero al final del día queda el crecimiento del consumo y del precio de las drogas. La estrategia de la represión no ha dado resultados. Creo que los países debemos hacer una reflexión conjunta, concertar nuevas estrategias y políticas que busquen alcanzar el objetivo y que los narcóticos no enriquezcan ilegítimamente a las mafias".
Con la colaboración de los diarios La Nacion, O Globo (Brasil), El Mercurio (Chile), El Tiempo (Colombia), La Nación (Costa Rica), El Comercio (Ecuador), El Comercio (Perú), El Nuevo Día (Puerto Rico), El País (Uruguay) y El Nacional (Venezuela)
José Guaderrama y Silvia Otero
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