El odiador es el otro
Es una palabra tan corta y de sonoridad tan escueta como resonante es su significado y estremecedoras sus consecuencias. Pensamiento y acción, razón y pasión en un solo vocablo. Según la Real Academia, el odio (de él hablamos) es un sentimiento intenso de aversión hacia alguien que genera el deseo de provocarle un daño. Suficiente para que Cicerón advirtiera hace dos milenios que “no hay ciudad tan firme que no pueda ser derribada por los odios”. Como para prestarle atención al vecino José “Pepe” Mujica, que acaba de observar (nos) que “la Argentina tiene una enfermedad muy grave: el odio político y social, lo que hace que no se garantice ninguna salida”.
Alberto Fernández, que alguna vez llamó “imbéciles profundos” a sus opositores, afortunadamente ayer no hizo oídos sordos a uno de sus referentes en la región: “Dijo algo que me duele, pero es verdad. Hay una parte de la Argentina que está enferma de odio”. Ayer volvió a rescatar la palabra, pero fue un poco más explícito sobre esa “parte” argentina que odia. Al cuestionar al macrismo por no haber terminado un plan de viviendas concluyó: “La única respuesta que le encuentro es el odio”.
De los creadores de “La patria es el otro” a “El odiador es el otro”.