El peligro de las noticias falsas en la Red
Todos sabemos cómo ganan dinero los buscadores de Internet y las redes sociales. La "monetización" se basa en la venta de publicidad y en la utilización de datos personales y preferencias (que voluntariamente entregamos con nuestro historial de búsqueda o en cada posteo) para orientar esa publicidad.
El negocio es redituable y los números escapan a cualquier calculadora no científica, pero se complicó cuando, luego de las últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos, se pudo comprobar que los propios buscadores y las redes sociales fueron utilizados como intermediarios para difundir mentiras (totales o parciales) que han influido en la toma de decisión de millones de personas. Una noticia falsa incorporada a una página web se refrita y multiplica en los resultados de búsqueda de Google o se esparce con efecto dominó cuando alegremente los ciudadanos deciden compartirla en Facebook o retuitearla.
El tema ha preocupado aún más cuando salió a la luz que el gobierno ruso habría contratado miles de anuncios publicitarios en Facebook para difundir contenido falso y distorsionar las elecciones americanas, más de 400 cuentas apócrifas en Twitter para influir en el resultado del Brexit y otras tantas acciones similares destinadas a las elecciones legislativas francesas y alemanas, como también al proyecto independentista de Cataluña.
Frente a tamaño baldazo de agua fría los principales referentes de la industria tecnológica (Facebook, Twitter y Google) comparecieron ante el Congreso de Estados Unidos para manifestar su preocupación y explicar qué acciones pensaban tomar para poner algún límite a la difusión de contenido falso que afecta importantes intereses políticos y ciudadanos. Parece que las soluciones, hasta ahora, pasarían por crear algoritmos de análisis y eventual bloqueo, nuevos ejércitos de moderadores, páginas de chequeo de información, flamantes consultores legales y programas de educación y/o concientización. Pero estos ensayos de solución no habrían tenido feliz acogida en la Unión Europea y el país del norte.
El director de la Agencia Nacional de Inteligencia de Alemania ha reclamado que las tecnologías de la información y comunicación deben asumir su responsabilidad social en un tema que socava el Estado de Derecho e implementar mecanismos para la verificación editorial del contenido. Por otra parte, el Senado de Estados Unidos estaría estudiando una modificación de la ley madre que consagra la inmunidad de los intermediarios por contenidos publicados por terceros (sección 230 de la ley de decencia de las comunicaciones). En la Unión Europea, cuyo nuevo reglamento de protección de datos personales comenzará a regir en mayo de 2018, se ensayan similares criterios abolicionistas.
Entretanto, en la Argentina, la Cámara de Diputados de la Nación habría puesto freno, por ahora, al proyecto de ley para proveedores de servicios de Internet aprobado en el Senado y con dictamen favorable de comisión en la Cámara baja, ante los reclamos formulados principalmente por los representantes de la industria de la propiedad intelectual.
Los intereses abundan, pero la realidad es una: la difusión de la mentira en línea, por ahora, es imparable. ¿Se puede tapar el sol con la mano? ¿Se precipita el final de la inmunidad?
Varias preguntas que seguramente empezarán a obtener respuestas a lo largo de este año.
Abogado especialista en tecnologías y redes sociales, autor del libro Redes sociales y tecnologías 2.0