El poder relega a Miceli y agiganta a Lanata
El año próximo, la TV Pública contará con una voz menos. ¿Acaso será la de 6,7,8? No, el programa seguirá viento en popa, pagado por el dinero de todos, con sus colosales operaciones contra aquello que no huela a hiperoficialismo.
El que se quedará sin trabajo es Juan Miceli. No le renovarán el contrato.
Parece chiste, pero el Gobierno no para de pegarse tiros en el pie. En la semana que pasó hizo un esfuerzo descomunal y paradójico por agigantar, si cabe aún más, la figura y la influencia informativa y social de Jorge Lanata. Y lo logró con sus sucesivos papelones virtuales (el descomedido y tosco comunicado dominical del secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, la instantánea y burda contraofensiva de C5N, el tuit fallido de @CasaRosadaAR , supuestamente hackeado, y el Facebook presidencial). Consiguieron darle dimensión y entidad nacional al tema de la misteriosa escala técnica de Cristina Kirchner en las islas Seychelles. Toda publicidad gratuita para Lanata y combustible indispensable para exacerbar el voto anti-K en las elecciones de octubre.
Por un lado, el Gobierno le da una inusitada difusión contraproducente a su principal enemigo mediático y, por el otro, castiga prescindiendo de sus servicios a un comunicador serio y respetado que sólo aporta prestigio y buenos comentarios a la pantalla oficial por su corrección profesional.
En el primer caso, tras las incursiones supuestamente exitosas de Luis D'Elía que en dos ocasiones salió a cruzar al programa Periodismo para todos cuando estaba en el aire, aprovechando la intensa actividad que a la misma hora se registra en las redes sociales para alabar o denostar a Lanata, el Gobierno se sintió tentado de hacer lo mismo el domingo último, pero el tiro esta vez le salió por la culata. Fue un grave error apelar a sitios institucionales, con contenidos y formas inapropiados y hasta, por momentos, chabacanos.
Sorprendieron el nerviosismo y el nivel de torpe agresividad oficial desplegado en este episodio, sin incluir una mínima explicación satisfactoria ni del sentido real de la inusual escala técnica presidencial en las Seychelles ni del tiempo que ésta demandó (hablan de 13 horas, pero ni se molestaron en desmentir el Boletín Oficial, que consigna 48).
Con un perfil más bajo, y con menos repercusión, se cometen desaguisados parecidos en el maltrato a Juan Miceli. El periodista que, con respeto pero sin concesiones, hacía entrevistas muy profesionales, fue castigado por ellas y corrido en noviembre de 2012 de la conducción, junto a Cecilia Laratro, de la edición principal del noticiero, de lunes a viernes, a las 20, para ir a acompañar a Agustina Díaz, en el más "escondido" informativo de las 13. Por utilizar a fondo las herramientas típicas de su oficio (preguntar con consistencia) se lo consideró a Miceli "conflictivo". También escaldaba a sus superiores que los textos que se le pasaban para que los dijera en cámara los sometiera previamente a su propia revisión para frenar y no ser vehículo de manipulaciones o groseras exageraciones.
Que persistiera en esa ocurrencia de preguntar también al mediodía le dio paradójicamente mucho más repercusión en un horario impensado y de poco encendido. Hasta entonces, los crujidos habían sido internos y sólo los televidentes atentos se habían dado cuenta de lo que ocurría.
Peor fue cuando, ya instalado al mediodía, indagó a Andrés Larroque sobre el uso de las pecheras de La Cámpora en la ayuda por las inundaciones en La Plata y el "Cuervo" se molestó. No sólo el cortocircuito se viralizó, sino que 6,7,8 le echó nafta al fuego al difamarlo desde la propia pantalla que lo tiene contratado desde hace tres años con renovaciones automáticas anuales.
Miceli, con razón, no se bancó el silencio cómplice de las autoridades de la emisora con esa grave anomalía e hizo una muy digna y sobria, pero firme, autodefensa al aire.
Si las relaciones hasta ese momento con la jerarquía camporista del noticiero oficial ya eran complicadas, terminaron de arruinarse del todo luego de ese episodio.
Con sólo ver un par de veces Visión Siete Mediodía es fácil advertir que se ha relevado a Miceli de presentar notas políticas, cubrir actos y que fue marginado de la cobertura de las PASO.
Miceli, que da un perfil pulcro y atildado en la TV, es egresado en Ciencias Políticas especializado en relaciones internacionales, a lo que agregó, hace dos años, una tecnicatura en producción agropecuaria (conduce los sábados, de 6 a 8, La Red Rural, por la radio homónima). En 2009 dejó TN, pero no por las consabidas discrepancias que empezaron a darse entre el poder y los periodistas conversos o militantes, sino porque se sentía estancado en esa pantalla. A Canal 7, entonces, le interesó incorporarlo, quizá no sólo por su prestigio, sino porque se podía jugar con la sensación de que le había arrancado al "monopolio" una de sus figuras más ascendentes, que condujo, entre otros programas, Telenoche investiga y En síntesis.
Pronto Miceli comprobará en carne propia la dificultad para conseguir nuevo trabajo: de las siete señales informativas que hay, seis son afines al oficialismo y de los cinco canales abiertos, sólo uno se mantiene a distancia del poder. La "democratización de la palabra" está cada vez más lejos de ser realidad.