El pulso político. El preciado apoyo externo
El inicio del año devolverá a Néstor Kirchner al escenario internacional, dispuesto a retomar la "guerra de intereses" que puede condicionar en buena medida la salud inmediata de su gestión.
A pesar de las alentadoras proyecciones económicas y políticas para esta temporada, la tensión externa por la irresuelta negociación de la deuda pública vuelve a desafiar las visiones más optimistas.
Kirchner -igual que durante sus primeros días en el poder- empezará a desplegar este mes la estrategia diplomática para resistir las presiones de los organismos internacionales de crédito y garantizar una salida progresiva de la crisis.
En menos de 10 días, Kirchner verá en persona por tercera vez al presidente George W. Bush -en la ciudad mexicana de Monterrey, durante la Cumbre de las Américas- y analiza viajar, en la penúltima semana del mes, al foro económico de Davos, que reúne cada temporada a los hombres fuertes del mundo financiero.
La posibilidad de otro gesto favorable del presidente norteamericano genera una creciente expectativa en el área diplomática argentina.
Kirchner mostró desde su asunción un gran cuidado por la relación con la Casa Blanca, a pesar de sus marcadas diferencias ideológicas con el gobierno republicano. Ni siquiera en sus ataques más viscerales al Fondo Monetario Internacional (FMI) ha incluido críticas hacia la gestión Bush.
Esta semana, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, hizo explícita esa diferencia en declaraciones públicas. "Afianzamos una relación madura con los Estados Unidos. Hemos tenido del gobierno del presidente Bush un buen nivel de acompañamiento. Cuando la Argentina lo necesitó, el gobierno americano acompañó", dijo el ministro, que nunca se aparta del discurso presidencial.
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Tener el favor de Washington resultaría decisivo para neutralizar la posición de los acreedores externos que exigen mayores pagos este año, como ocurrió durante las traumáticas gestiones que terminaron en el acuerdo con el FMI el año que pasó.
La Casa Blanca tiene otras prioridades en relación con los países latinoamericanos. Colin Powell, jefe de la diplomacia de Bush, lo resaltó ayer al anunciar que en 2004 su país luchará por "reforzar la estrategia global de libre mercado".
Monterrey funcionará como una plataforma para negociaciones de alto nivel que empezarán a moldear el perfil definitivo que tendrá el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), pese a que no es el objetivo oficial de la cumbre. En Washington resulta intrigante la posición que adoptará el gobierno argentino. El foro de Davos puede permitir al Presidente la oportunidad de reunirse con influyentes jefes de Estado europeos y con directivos del FMI. Fernández consideró "muy probable" que el Presidente viaje a Suiza.
Si lo hace, volverá a plantear en un ámbito de gran repercusión su crítica sobre la responsabilidad de las entidades de crédito en el derrumbe de los países en desarrollo. De esa u otra forma, buscará transmitir que el año nuevo no cambiará el estilo rudo que eligió para discutir sobre intereses económicos y políticos.
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