Empantanados
En la Argentina hay temas de los que, simplemente, no se puede hablar. La lista no es larga, pero sí sustanciosa. No haré ninguna enumeración. De eso se trata: hay temas que está prohibido siquiera mencionar. En caso de hacerlo, el castigo es brutal e inmediato. Ahora, con las redes sociales, el escarmiento es, además, polifónico y público. Juicio sumario en el ágora virtual.
Lo aprendí temprano, en las aulas y pasillos del Colegion Nacional Buenos Aires, entre 1974 y 1979, donde me persiguieron desde todos los ángulos y con diversos grados de violencia física. Supe defenderme, no se preocupen. Pero algo me quedó claro. Había ideas, ideologías, grupos, camarillas, cofradías, organizaciones, conceptos y verdades con las que no te podías meter. ¿Cómo se dice ahora? Ah, sí, de todo el arco político (me encanta lo de arco político) me saltaron al cuello por atreverme a debatir ciertos axiomas.
Muchos años después, nada ha cambiado. Recuperamos la democracia, es verdad. Pero las democracias no se solidifican sobre la base de axiomas, sino sobre el disenso civilizado. Mientras no podamos hablar de ciertas cosas, seguiremos empantanados en lo que más les conviene a los que disfrutan de los beneficios del poder. Sí, claro, la grieta.