En el arrozal
Vivimos entre parpadeos; pasajeros de la luminosa liviandad de los bits. Habitamos una fascinación instantánea, continua, global; el rumor de las grandes ciudades, la noticia -siempre inmediata- que alumbra el celular, la pantalla de la notebook y un capítulo -otro más- de la serie del momento. Etéreos y sin tiempo: exactamente lo opuesto a los dos granjeros nepaleses que aparecen en esta foto. Para ellos, la vida es el ciclo del arroz. Y en eso están, espejados en la cuadrícula fangosa de un arrozal. Lo quieran o no, a sus ritmos los marca el afuera: hay tiempos para arar, para dejar descansar la tierra, para recolectar. Tiempos de actividad frenética y momentos de espera obligada. La imagen los muestra de lejos y como suspendidos; casi jugando, ajenos a la dureza del trabajo rural. El cuerpo, esa zona de lo real a la que con esfuerzo regresan los urbanistas, es en ellos una verdad evidente.