En el camino
COX'S BAZAR, BANGLADESH.- Toda vida es un enigma. Algunas, más. Basta ver a este hombre: el gesto quizás ausente, el paso calmo, el paraguas discreto e insólito. Todo en él parece habitar a océanos de distancia de lo que, desde aquí, pudiéramos inferir sobre su vida. Es un rohingya, integrante de una de las minorías étnicas más perseguidas, diezmadas y hostigadas del mundo. Ese rostro cuyo perfil apenas podemos adivinar ha contemplado la muerte de muchos de los suyos, el odio de tantos de los otros (esos que -con la vieja y conocida arbitrariedad de quienes se decretan a sí mismos justos- lo arrojaron al costado indeseable de la vida). El anciano rohingya, habitante de un campo de refugiados en Bangladesh, se deja envolver por la dulzura de una luz apenas crepuscular. Ese modo de insistir en el camino que siempre acompaña a quienes lo perdieron todo.