Investigación. Encuestas y manipulación: los nuevos dueños de la política
Las consultoras llegan a cobrar hasta 600 mil pesos por año y acaban de protagonizar un papelón histórico. ¿Error u operación política? Por Laura Di Marco
El "efecto Misiones" parece haber dejado al presidente Néstor Kirchner en estado de shock. Mudo. Justo a él que, para bien o para mal, siempre tiene algo que decir. Pero esta semana, no. Silencio y, sobre todo, desorientación en el mundo oficial, como si les hubieran robado todos los manuales de procedimiento.
Claro que, en cierto sentido, el desconcierto de Kirchner es lógico: un ingrediente fundamental de la fórmula mágica K que hasta ahora le venía funcionando muy bien -la obsesión por el control mediático y las encuestas compradas- falló. Así, sin más: falló.
Las consultoras -todas las que trabajan para la Casa Rosada- se equivocaron a favor del aliado K por 10, 15 y hasta 20 puntos. Ninguna -excepto Opinión Autenticada- pudo predecir el triunfo del obispo Joaquín Piña.
Menudo error para profesionales que llegan a cobrar por su trabajo alrededor de 600.000 pesos al año. Además de Equis, en donde la figura central es Artemio López, las encuestadoras que habitualmente trabajan para el Gobierno nacional son Analogías (Analía del Franco), CEOP (Roberto Bacman) y OPSM (Enrique Zuleta Puceiro). Hay otras empresas que hacen tareas puntuales, como Rouvier y Asociados (Ricardo Rouvier), Ipsos (Manuel Mora y Araujo) y Hugo Haime, entre otros.
¿Se equivocaron o formaron parte de una escenario montado para una fenomenal operación mediática? Las explicaciones de los principales protagonistas del fiasco buscaron deslindar responsabilidades hablando de fallas técnicas (errores muestrales, falencias en las preguntas, no haber trabajado con encuestadores locales) y de espiral de silencio, es decir, el miedo de la gente a decir la verdad en un contexto de política clientelista. Sin embargo, la lección de Misiones sugiere fuertemente que hay algo más que error en esos resultados.
¿Cuánto hay de medición y cuánto de manipulación en los sondeos? ¿Es cierto que hay una doble medición (¿doble realidad?), una que llega a los que toman decisiones y otra a los ciudadanos? Y en última instancia, si la manipulación fuera una práctica continua, ¿por qué esta vez no dio el resultado esperado por los manipuladores?
En la Argentina sabemos muy poco de la relación entre encuestadoras y el Gobierno nacional o encuestadoras y políticos, sobre todo en lo que hace a honorarios y resultados de los trabajos. El sociólogo Luis Alberto Quevedo, director del área Medios de Flacso, tiene una explicación: "De todo los sondeos producidos, a nosotros nos llega el 2 o el 4 por ciento. Y eso pasa porque, en nuestro país, a diferencia de Estados Unidos, donde hay muchos actores en la construcción de encuestas -los medios, las Universidades, los think tanks-, los únicos que invierten en estudios de opinión son los políticos y el Gobierno nacional. De allí que la encuesta, en Argentina, queda capturada en la operación política".
Otro sociólogo, que ha transitado el terreno de las mediciones políticas aunque no trabajó para Misiones, va más allá y lo hace con conocimiento de causa:
- ¿Hubo encuestas en Misiones o fue una operación mediática?
-No hubo encuestas; hubo operaciones de campaña.
-¿Por qué tan groseros los errores?
-Habrán publicado lo que quiso la campaña. La gente es transparente en Misiones. Cuando se hacen mediciones de rating, por ejemplo, las encuestas salen perfectas, si uno pregunta lo que debe.
-¿Y por qué fracasó la operación mediática?
-Por varias razones. Pero fundamentalmente porque aquí se han peleado dos aparatos feroces a tranqueras cerradas y ganó uno de ellos. Rovira no se dio cuenta de que Ramón Puerta había volcado en su favor a los intendentes de Posadas y de Gran Posadas. Se trata de dos gobernadores profesionales, muy similares, que hacen política canalla.
-¿Y estas operaciones dan resultados? Digo: ¿cuál es el efecto?
-A mi criterio, ninguno. Forma parte de la fantamasgoría. El proceso de votar es muy complejo. El votante es como un inversor; evalúa el pasado, el presente y el futuro. La realidad es compleja; no se arregla con numeritos.
-Y dígame, ¿es cierto que hay doble encuesta?
-Pero esto pasa en todos lados del mundo. Una encuesta es la que se envía a los diarios; la otra es la que tiene la gente que toma las decisiones. ¿Conoce la frase de De Gaulle al respecto?
-No.
-De Gaulle decía que estaba cansado de contarles mentiras a los periodistas por la tarde y creérselas por las mañanas, cuando abría los diarios.
Punto de inflexión
Para Gustavo Martínez Pandiani, decano de Comunicación Social de la Universidad de El Salvador y experto en marketing político, Misiones marca un antes y un después en el mapa de la encuestomanía argentina. "Los sondeos, en este caso -dice-, estuvieron más cerca de una operación política que de ser un instrumento para medir el pulso de la opinión pública. Como nunca antes, quedó expuesto que quien paga el sondeo está comprando, también, un resultado prefijado. Nadie se equivoca por 20 puntos o habría que inventar de nuevo las matemáticas".
Con la referencia al grosero error de medición, Martínez Pandiani apunta especialmente a Artemio López (Equis), el encuestador predilecto de Kirchner y el más generoso de todos en su última y fallida predicción. López -a quien LA NACION intentó ubicar para esta nota infructuosamente- es uno de los que más trabaja para la Casa Rosada y, también, el que más cobra.
Sus colegas parecen conocerlo bien: "Artemio cobra de distintas reparticiones del Estado por el hecho de que, además de su trabajo, le está vendiendo al Gobierno su imagen y su credibilidad. Porque, convengamos, ¿qué empresa privada que busque transmitir seriedad lo contrataría a Artemio?", coinciden en señalar sus pares y, algunos, por eso mismo, llegan a justificar que cobre tanto.
Así como Rodolfo Walsh -o, para algunos, Truman Capote- inventó el non fiction (el periodismo novelado), a Artemio le dan, irónicamente, el crédito de haber inventado el género de la "ficción sociológica". Tan ficcional les parece a algunos el mundo creado por el emblemático encuestador K que hasta Jorge Asís lo bautizó "Artemiópolis".
Pero, ¿y cuál es el efecto de la manipulación? "En un país exitista como la Argentina, hay gente que vota a ganador. Y también está el efecto de disuasión. Como ocurrió en 2003, cuando algunas encuestas, falsas, daban a Ricardo López Murphy casi peleándole el ballotage a Carlos Menem. Eso apuntaba a que, quienes estaban entre uno y otro, pero no querían votar a Menem, se inclinaran finalmente por el economista sólo si tenía chances de ganar", dice Martínez Pandiani.
El sociólogo que habla en estricto off the record acuerda pero sube la apuesta: "Lo que te venden algunos encuestadores de los top no es sólo la encuesta sino la operación mediática. Por eso son tan caros. Es más, a veces, ni siquiera hacen la encuesta porque lo importante es instalar la opinión en las radios de que tal candidato es mejor que el otro".
Muy caros, por cierto. Algunas consultoras tienen acuerdos de contratos anuales de alrededor de 600.000 pesos -entre 40 y 50 mil pesos mensuales-, mientras que otras hacen estudios puntuales. Para tener una idea de cifras, veamos los valores de algún combo, de los más típicos: por una encuesta bien hecha y ocho grupos motivacionales se paga alrededor de 30 mil pesos, si el estudio es de Capital, y el doble, si es nacional.
Parecería que lo que se considera una buena operación mediática debe constar de un proceso: "Se trata de un proceso comunicacional de confirmación -blanquea el sociólogo en off - que implica, primero, salir bien en los medios. Pero la gente no te cree sólo con eso. Segundo, la operación de encuestas. Y finalmente, más encuestas a favor, que confirman la bondad del candidato. Pero todo esto funciona en combo, no aislado. Misiones fracasa por eso: las encuestas mostraban una cosa y los medios, otra".
El sociólogo francés Patrick Champagne sostenía la teoría de que la operación mediática es decreciente hacia la fecha de la elección; o sea, hacia la fecha de la comprobación. Esto significa que, cuanto más lejos están los comicios, más se miente. Es que, entonces, las empresas tienen menor costo de imagen. Tal es la teoría de Champagne.
Ocurre, también, que el posicionamiento en las encuestas sirve para pelear la distribución de espacio en los medios: tiene más espacio aquel candidato mejor posicionado. "Todo eso junto ayuda a generar un clima ganador", remata el sociólogo de políticos mediáticos.
Ranking de errores
En los últimos veinte años de democracia hubo varios memorables papelones de los encuestadores. Uno -más relacionado con un cambio súbito en el humor social que con una maniobra- fue a fines de los noventa, en la elección a gobernador en Tucumán, en la que finalmente ganó el justicialista Julio Miranda. Las encuestas le habían dado por diez y doce puntos el triunfo a Ricardo Bussi, el hijo del general.
Otro error histórico fue el de Javier Otaegui. El encuestador de Mariano Grondona había pronosticado, a principios de los noventa, una victoria del radical Federico Storani, quien finalmente terminó arrasado en las urnas por el aparato del PJ y su candidato, Alberto Pierri.
Los fantasmas de viejos papelones no dejan de preocupar a los profesionales de la opinión. Después de Misiones, los encuestadores atribuyeron sus errores a distintos motivos, algunos francamente increíbles. El sociólogo Heriberto Muraro, maestro de la mayoría de los encuestadores que conocemos, salió en defensa de su gremio y justificó: "No fue un tema de falsificación, para nada, sino del clientelismo de Rovira. Estos sistemas estimulan la espiral de silencio porque la gente tiene miedo de hablar frente a extraños ¿Ustedes saben cuál es el terror oculto de todos los consultores? Desaparecer del mapa, como ya ocurrió con algunos después de grandes papelones No, por favor, si hubiera sido una operación, sería una victoria pírrica y, además, muy burda".
¿Y por qué hubo una que dio en el clavo, entonces? "Porque usaron encuestadores locales; esa fue la falla de los demás", concluyó Muraro.
Sin justificar los errores, Quevedo intenta sí explicar cómo fue que sucedió: "Una primera lectura es que, en Misiones, la encuesta formó parte del escenario político. Pero también es cierto que la encuesta se nacionalizó y se precipitó en los últimos días, incluso en las últimas horas. En el último tramo, las cámaras no sólo mostraron el clientelismo brutal, sino que también viajaron Blumberg, líderes de la oposición y religiosos. Todos jugando activamente: eso trastocó muchísimo el escenario y fue imposible medirlo".
Pero si lo sucedido en Misiones dejó al desnudo esa zona de oscura ambigüedad entre los sondeos y la política, también reforzó la hipótesis de muchos politicólogos en el sentido del protagonismo que las encuestas pueden tener en las definiciones políticas, no sólo a la hora de votar sino antes, en el momento en que los partidos definen sus candidatos.
Debilidad del liderazgo político, lo llaman los expertos. Para Sergio Beresztein, politicólogo de la Universidad Di Tella y director de la consultora Poliarquía: "Líderes son los que van adelante, no detrás de las encuestas. Obsesionarse con las mediciones sólo expone la debilidad de un programa de gobierno".
La entronización de las encuestas empezó a crecer, en Argentina, a principios de los 90 y llegó a su máximo punto en la crisis de 2001, en paralelo con la decadencia de la clase política. "La encuestomanía no hace más que revelar la decadencia del liderazgo político -coincide Martínez Pandiani-. Esperamos que un líder fije posiciones y las defienda; no que se levante todas las mañanas a preguntarle a la gente qué quiere escuchar para definir entonces lo que él tiene que decir."
Beresztein va en el mismo sentido: "Asumir un liderazgo es estar dispuesto a pagar costos, mientras que la obsesión por las encuestas sólo expone la debilidad de un programa de gobierno que no sabe para dónde va. Ricardo Lagos, en Chile, tuvo que pelearse con sus propios votantes, por defender un principio constitucional del que estaba convencido, cuando se planteaba si Pinochet sería enjuiciado o no".
Al estudiar las nuevas formas de ciudadanía, el politicólogo Isidoro Cheresky y su equipo de la UBA explican la función que tienen las encuestas en la configuración del mapa político surgido de la debacle de 2001 y 2002. "A partir de la crisis, las encuestas lideran y los aparatos vienen detrás. Al revés de lo que sucedía antes, que el aparato sostenía al candidato, ahora son los sondeos quienes lo imponen", destacan.
Un producto típico de esta lógica fue la candidatura de Cristina Kirchner, quien arrancó sin el apoyo de la maquinaria duhaldista y luego empezó a capturar voluntades, mientras los sondeos la daban por ganadora. Finalmente, terminó volcando todo el aparato a su favor.
Si las encuestas están cambiando la lógica de construcción política que tenían los partidos, se podrá decir, al menos, que en Misiones la política -en tanto participación del ciudadano en los asuntos públicos- volvió a aparecer. Así lo plantea Quevedo: "En Misiones se eligió entre la democracia, que es el consenso de la mayoría, y la República, que implica el principio de la alternancia. La gente eligió la alternancia y, en ese sentido, estuvo más cerca de la ley".
Claves
- Además de Equis, las encuestadoras que trabajan habitualmente para el Gobierno son Analogías (Analía del Franco), CEOP (Roberto Bacman) y OPSM (Enrique Zuleta Puceiro). Otras realizan trabajos puntuales: Ricardo Rouvier y Asociados, Ipsos (Manuel Mora y Araujo) y Hugo Haime, entre otros.
- Algunas encuestadoras acuerdan contratos anuales de alrededor de 600.000 pesos (entre 40.000 y 50.000 pesos por mes), mientras que otras realizan estudios puntuales.
- El valor de una encuesta y ocho grupos motivacionales es de 30.000 pesos para la Capital y 60.000 pesos si se realiza a nivel nacional.
- A diferencia de lo que ocurre en otros países, como los Estados Unidos, los que más invierten en la realización de estudios de opinión en la Argentina son el Gobierno y los políticos. De todos los sondeos producidos en el país, a la opinión pública le llega entre el 2 y el 4 por ciento.
- El pronóstico de la consultora Equis (Artemio López) fue el que registró el mayor margen de error, con una diferencia de 12 puntos para el caso del obispo Joaquín Piña. La consultora Opinión Autenticada (Gustavo González) fue la única que anticipó la derrota de Rovira.
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