Enfrentar un mundo en cambio
Es notable que el presidente Macri y sus asesores hayan podido organizar, en estos dos meses, cuatro encuentros tan significativos como los que mantuvo con Donald Trump, Xi Jinping, Shinzo Abe y Angela Merkel. Estos mandatarios de las cuatro economías más importantes del planeta van asumiendo roles críticos y diferenciados en la actual evolución del orden económico mundial.
Los Estados Unidos parecen abdicar de su responsabilidad ante un orden mundial que ellos mismos crearon. Así, a nivel interno se verifica una aparente rotura del contrato social norteamericano, que expresaba que aquellos a los que les va bien en una sociedad basada en la economía de mercado deben asegurar que los que se encuentran en desventaja no sean dejados demasiado detrás. Parece la ascendencia del "populismo Jacksoniano nacionalista", originado en el pensamiento del presidente Andrew Jackson (1829-1837), cuyo retrato cuelga al costado izquierdo del escritorio de Donald Trump. Esta visión no considera al excepcionalismo americano como función de la atracción universal de sus ideas o de la vocación por transformar el mundo. Más bien, se centra en un singular compromiso con la igualdad y dignidad de cada ciudadano. Así, el principal foco del gobierno debe estar a nivel doméstico. Esto comienza a notarse en nuestra relación comercial bilateral, con el bloqueo al acceso del biodiésel argentino.
Las consecuencias a nivel global para los EE.UU. pueden ser profundas. En las palabras de Raymond Aron en La república imperial: "Los EE.UU. no podrán lograr el apoyo de ningún Estado, ni generar un sentimiento de lealtad, si no se presenta como corresponsable de un orden internacional".
Por su lado, China se muestra dispuesta a ocupar el vacío geopolítico dejado por los EE.UU., en particular en lo económico. Ya en enero de este año, en el Foro de Davos, Xi Jinping buscó posicionarse como el líder de la economía mundial. Aunque su visión a nivel interno es contraria a los valores políticos liberales, China ha sabido sacar provecho del orden económico liberal global, y en particular del sistema de libre comercio.Así, ha podido ubicar sus productos a base de mano de obra barata y ha ido asegurando la provisión de materias primas a través de la compra, por ejemplo, de activos mineros. Esto es complementado con el financiamiento de obras energéticas y de transporte en el exterior, a ser construido por firmas chinas. China no ha dudado en hacer valer su relación comercial para lograr sus objetivos económicos. En el caso argentino, ya se ha limitado el acceso de aceite de soja. Otro ejemplo es la disminución de nuestras exportaciones a China en 2016 (-31%).
Ante el retroceso de los Estados Unidos, dos protagonistas del orden liberal internacional están llamados a defenderlo: Alemania y Japón. Sobre los hombros de Angela Merkel y Shinzo Abe, los "nuevos líderes del mundo libre" según el experto norteamericano John Ikenberry, recae el desafío de mantener y mejorar el sistema económico internacional, incluyendo lo comercial. Pero aunque ambos países son importantes exportadores de bienes industriales, limitan el ingreso de manufacturas de origen agropecuario, que la Argentina produce. Por otro lado, difieren de la visión anglosajona. Aunque quizás más jerárquicas, son sociedades con alta cohesión social y altos niveles de educación, que parecen enfrentar mejor el desafío de la globalización. En los dos casos, no se han quebrado sus respectivos contratos sociales.
A partir de estos encuentros con cuatro forjadores de un orden global en transición, el presidente Macri debe sacar conclusiones precisas sobre los cursos de acción a tomar. Por ejemplo, parece aconsejable evitar expectativas exageradas en cuanto a las relaciones y negociaciones comerciales en curso, en tiempos donde importantes mercados tienden a cerrarse. Es necesaria por eso, en adición a las negociaciones con la Unión Europea, la consolidación de los mercados en India, la Asean y el resto de Asia, y maximizar oportunidades en África y Medio Oriente.
En lo doméstico, es imprescindible desarrollar mayores grados de cohesión social ante los desafíos de la globalización y el avance tecnológico, y prepararse en forma realista para afrontarlos. Quizás haya llegado el momento de definir un nuevo contrato social. Como ha llegado la hora de reflexionar y enfrentar el desafío, en un mundo en cambio, de transformar la Argentina.
Doctor en Relaciones Internacionales, miembro consultor de CARI y de CIPPEC