Enzo, los Milei y la vice, atrapados por las redes
La virtualidad diluye la frontera entre el ámbito privado y el público y produce “accidentes” cada vez más notorios
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Corría el último tramo de la década del 90. Todavía faltaba mucho para que irrumpieran las redes sociales, pero ante las filtraciones telefónicas de escuchas judiciales en una causa resonante que dejaban en situación incómoda a periodistas porque se habían expresado con brutal sinceridad, el CEO de la compañía para la que trabajaban les advirtió: “Entramos en una época en la que habrá que cuidarse mucho de decir en privado lo que no se pueda sostener en público”.
Sonaba tremendo porque es en la intimidad familiar, con amigos o hasta con compañeros de trabajo es donde solemos soltarnos y tomarnos ciertas licencias para expresarnos sin anestesia y espontáneamente, en tren de broma o por alguna ofuscación pasajera. En esos círculos reducidos y de extrema confianza nadie se toma demasiado en serio ese tipo de afirmaciones “políticamente incorrectas”, que no suelen pasar a mayores y ahí quedan. Pero exportar eso mismo a una vidriera masiva tiene consecuencias más graves. Impacta muy distinto lo que se dijo ante unos pocos y en confianza a que eso mismo trascienda a un público generalizado y no advertido que recibe un recorte de afirmaciones corrosivas y provocativas sin ningún contexto.
Con la expansión de las redes sociales y de dispositivos que nos permiten expresarnos y mostrarnos en todo momento, la división entre el ámbito privado y el público se diluye y se entremezcla cada vez más. Eso produce equívocos y cortocircuitos que dan que hablar cuando la pavada traspasa del círculo íntimo al del consumo masivo.
Ciertos personajes notables caen frecuentemente en este tipo de “accidentes”, vía streaming. Hay una responsabilidad mayor en qué decir y –especialmente– cómo decirlo cuanto mayor es el auditorio. Sin embargo, siguen actuando como si estuviesen en su casa o en el café con sus amigos, sin hacerse cargo de la masividad que generan.
En los canales de streaming Olga y Neura se produjeron en estos días sendos escándalos por haber tocado de manera ligera temas delicados relacionados con menores (pedofilia, cáncer infantil y prostitución). Una inconveniencia (o una idiotez) dicha entre pocos puede llegar a pasar, pero expuesta en la vidriera pública en estos tiempos de cancelación supone sufrir un escarnio bien merecido. El mainstream siempre está atento para detectar ese tipo de emociones sórdidas en esos cenáculos virtuales que puedan complacer el morbo de su audiencia multitudinaria.
Los cánticos de Enzo Fernández en el ómnibus, con sus compañeros del seleccionado tras ganar la Copa América, al calor de ese triunfo, tenían ribetes tribuneros, con alusiones a la conformación racial del equipo nacional francés. El detalle que cambia todo es que al mediocampista argentino se le ocurrió registrar ese momento en un vivo de Instagram.
Lo que sucedió a continuación es público y notorio. Pero vale la pena subrayar las derivaciones de lo que detonó esa grabación de pocos segundos, que inmediatamente se viralizó, en el plano político: el subsecretario de Deportes Julio Garro fue eyectado del Gobierno y se abrió una nueva escalada entre la vicepresidenta Victoria Villarruel y la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, con proyecciones en el campo diplomático, pocos días antes de que el presidente Javier Milei viaje a la inauguración de los Juegos Olímpicos, en París.
Influencer relevante, panelista de fuste y mediático de corazón, Milei le lleva la delantera a cualquier otro dirigente político argentino a la hora de saber qué cuerdas emotivas debe tocar, según la ocasión, para empatizar con las pasiones o las furias del pueblo (llamémosle mejor, en este caso, audiencias) y derivar hacia allí la atención, y así atemperar, al menos, las inquietudes provenientes de un mercado financiero últimamente bastante sobresaltado.
Así como hay semanas en que se la agarra con los “degenerados fiscales”, otras con artistas como Lali Espósito, en general siempre con periodistas, medios de comunicación y economistas que lo irritan, tras el triunfo argentino en la Copa América Milei varió su foco habitualmente guerrero en contra de sus enemigos por uno más amoroso: se calzó la camiseta albiceleste y se volvió un jacobino que no admite la menor crítica hacia Lionel Messi y sus compañeros. En el instinto a pegarse a lo popularmente exitoso no difiere de los gobernantes que lo antecedieron, aunque se cuidó de incurrir en los papelones que protagonizaron Alberto Fernández y Wado de Pedro cuando la Argentina ganó el último Mundial.
“Ese pibe es un crack”, le dijo Milei a Alejandro Fantino, al hablar de Lionel Scaloni, el DT del seleccionado local. Fue durante una charla de casi dos horas por streaming en la que el Presidente tuvo hasta algún exabrupto soez, como si nadie lo estuviera viendo, y lo estaba viendo el país.