Escuela de educación vial
La ciudad de Buenos Aires inaugurará su primera escuela de educación vial, cuyo propósito es lograr que los niños aprendan a manejarse correctamente en la vía pública. Esta escuela se instalará en un predio situado bajo la autopista 9 de Julio Sur, en el barrio de Barracas, y en ella los chicos podrán disponer de la posibilidad de experimentar, en pequeño, los problemas con que tropieza un conductor en las congestionadas calles urbanas.
El proyecto apunta a lograr, mediante la recreación en escala de los elementos y actividades propios del tránsito, que los niños entre seis y trece años reciban una educación que les permita convertirse en peatones y, andando el tiempo, en conductores responsables.
La escuela-parque prevista contará con una moderna simulación de los elementos ligados al tránsito: carteles inteligentes, cruces ferroviarios, semáforos, hospitales y colegios, lo que permitirá recrear y dramatizar distintas situaciones en las que quedan involucrados quienes transitan por la ciudad.
Los niños circularán en kartings por una gran avenida que representará a la 9 de Julio, con un Obelisco en miniatura. Los chicos deberán desplazarse por ella atendiendo las indicaciones del tránsito o del personal que allí habrá de desempeñarse.
Paralelamente con este proyecto, se desarrollará otro destinado a los alumnos que no puedan concurrir a la escuela. Para ello se diseñó un ómnibus de dos pisos, al que sus creadores llaman "el móvil de la vida".
Es interesante tener en cuenta lo que ha señalado uno de los organizadores y ejecutores de esta iniciativa: el uso del cinturón de seguridad aumentó en un 15 por ciento como consecuencia del accidente que sufrió el ex presidente Raúl Alfonsín. En un país que se caracteriza por tener una de las tasas de accidentes viales más altas del mundo solamente los accidentes de gran repercusión mediática suelen provocar un fuerte impacto en la gente y ayudan a que muchas personas modifiquen sus malas costumbres en relación con el tránsito.
Si nos atenemos a las cifras conocidas en materia accidentológica, puede decirse que somos un país cuya educación vial está muy lejos de ser satisfactoria. Que los accidentes en calles y caminos no obedezcan solamente a fallas o descuidos humanos no es un buen argumento, porque las malas condiciones en que se encuentran, en general, nuestras vías de transporte deberían obligar a la multiplicación de las precauciones, lo que no parece ocurrir.
Toda una cultura es lo que está en juego en este problema. La escuela que se va a poner en marcha puede contribuir de manera significativa a ponerle límites a un mal tan generalizado como el que padecemos. Pero se necesita, imprescindiblemente, de una fuerte toma de conciencia por parte de toda la población, y no solamente de los chicos, acerca de los tremendos riesgos que implican la desobediencia o el descuido en materia vial.