Esos temas que no se resuelven con disciplina y límites
Muchos temas en la crianza de nuestros chicos se resuelven actuando con consistencia, comprendiendo y poniendo en palabras lo que ellos sienten y con disciplina y expectativas adecuadas. Pero hay algunas situaciones en las que no alcanza con eso, las más visibles durante los primeros años son alimentación, sueño y control de esfínteres: no podemos obligar a un niño a tragar el bocado que tiene en la boca, no podemos forzarlo a quedarse dormido, no podemos lograr por decreto que se siente y haga sus necesidades en el inodoro.
En estos temas (y unos cuantos otros, como miedos, situaciones traumáticas, cambios, enfermedades, etc., de los que hablaré en otra oportunidad) tenemos que apelar a las tres P de las que habla Bárbara Coloroso en Padres respetuosos, hijos responsables, preparación, práctica y paciencia.
Preparación significa abordar cada una de las situaciones nuevas y /o difíciles creativamente, no con imposiciones sino con cuentos y juegos que les permitan entenderlos y aprehenderlos a cierta distancia de sus personas. Así los acompañamos a desplegar e investigar temas y problemas sin que se sientan personalmente aludidos y por lo tanto no se resistan a interiorizarse en ellos. Esto podemos lograrlo a través de juegos de roles (mamá y papá, doctor, maestra, etc.), títeres, cuentos inventados, libros leídos, o contándoles historias de nuestra infancia. Algunas canciones también nos pueden ayudar en estos procesos. Por estos caminos los chicos pueden prestar atención a muchas cosas que no quieren o no pueden escuchar cuando se las explicamos a ellos: por qué es bueno probar comida nueva, el valor nutricional de los alimentos, la importancia de dormir cuando es de noche, o lo cómodo que es usar bombacha o calzoncillo en lugar de pañales. Aprovechamos esos cuentos y juegos para darles información necesaria y útil.
Es muy probable que se entusiasmen con nuestra propuesta y quieran ellos entonces jugar y "hacerles" ellos a los muñecos las "maldades" que nosotros le hacemos a sus muñecos y estamos por hacerles a ellos (o ya les hicimos), por el principio básico de la psicoterapia de niños: hacer activamente aquello que sufrieron -o van a sufrir- pasivamente, pudiendo así procesar muchas cuestiones que van a tener que aceptar como parte del crecer. Dar de comer a los muñecos, jugar a cocinar, cocinar con mamá de verdad, acostar a los muñecos, llevarlos al baño. O hacer eso mismo con mamá o papá jugando a que son los hijos. ¡Cómo les divierte imponernos en el juego las cosas que nosotros les imponemos a ellos en la vida real!. Y les gusta que hagamos caso algunas veces pero también que nos resistamos, que protestemos, y de a poco van entendiendo de qué se tratan esas cuestiones.
Dentro de la preparación es importante también nuestro modelo: nuestras palabras y actitudes en relación con la comida y con el sueño y avisarles –aunque no necesariamente mostrarles- cuando vamos al baño.
Práctica: muy pocas cosas se aprenden instantáneamente, aprender lleva tiempo, experiencias, errores, fracasos, idas y venidas, avances y retrocesos: para comer solos tienen que ensuciarse y tirar comida la piso, para comer variado tiene que quedarse con hambre unas cuantas veces porque no les gustó el menú. Aprender a dormirse solos, a quedarse en sus camas y a llamar los padres cuando necesitan algo es un proceso que lleva tiempo y ratos de presencia amorosa de los padres junto a la cama, además de muchos cuentos y juegos. Y ninguno de nosotros aprendió a controlar esfínteres sin tener unos cuantos accidentes, son parte del proceso de dejar los pañales. ¡Seguramente haya retrocesos en alguno o en todos los temas en épocas de enfermedad, de cambios o de crisis vitales!
La tercera y última P es paciencia, indispensable para repetir los juegos y cuentos todas las veces que sea necesario, para tolerar avances y retrocesos sin enojarnos, para insistir sin ofendernos, para entender que son chiquitos y, aunque puedan hablar, incluso razonar, no tiene la fortaleza interna suficiente para responder como nos gustaría. La paciencia es clave porque a los chiquitos les es muy difícil escuchar y responder cuando se sienten bajo amenaza al escuchar los gritos, al ver la cara fea, el agotamiento, el fastidio, o la impaciencia de papá o mamá. Lamentablemente para nosotros, pero por suerte para ellos y para su buen crecimiento, van a seguir intentando "curarnos" con sus respuestas –equivocadas para nosotros- para que la próxima vez, en lugar de retarlos, nos pongamos a jugar o les contemos una historia sobre esa situación que les está dando trabajo entender o aprender.