Espacios públicos, la clave del desarrollo urbano
La cuestión del espacio público y verde en la ciudad es un tema apremiante. Cada año surgen nuevos conflictos debido a que los y las habitantes reclaman por más espacio público, verde y de calidad.
Durante el verano se visibilizaron reclamos en varios barrios de la ciudad. En Colegiales los vecinos se movilizaron por la concreción de la plaza "Clemente" aprobada por la Legislatura en 2007, mientras que en La Boca la protesta vecinal se generó a partir de autorización para construir torres en Catalinas Sur y por las obras iniciadas por el Club Boca Juniors en los terrenos de Casa Amarilla -que la justicia frenó en varias ocasiones y volvió a hacerlo recientemente-. En Saavedra también se inquietaron por los rumores de la instalación de una planta recicladora en dónde hoy hay una plaza. Y así los casos se repiten en numerosos barrios. Los vecinos están alertas porque la Ciudad se transforma en una dirección que parece olvidarlos.
Los reclamos se suman a los temores que genera la propuesta del Nuevo Código Urbanístico. Aunque aún no ha sido tratado en la Legislatura Porteña, en sus borradores se observa una clara intención: densificar la ciudad, habilitando la construcción de más edificios y más altos. Así, la discusión del código pone en el centro la discusión sobre el espacio público. Pareciera que el Código Urbanístico prioriza establecer normas para potenciar la propiedad privada (especialmente sobre el derecho a edificar) pero olvida ocuparse del espacio público, en particular el verde, sobre el cual sólo se declaman buenas intenciones.
Anticipando en los hechos el contenido del código próximo a discutirse, la actual gestión viene llevando a cabo un proceso de venta indiscriminada de tierras públicas. La ciudad libra al mercado tierras valiosas que podrían ser destinadas a espacios públicos, equipamientos colectivos y sobre todo para vivienda social o para sectores de ingresos medios. En este punto se observa un mecanismo que en los últimos años funcionó de manera aceitada: la legislatura cambia la zonificación para poder edificar más metros cuadrados, el gobierno porteño desarrolla infraestructura en la zona y luego se venden las tierras.
La pérdida de estos activos públicos, que ocurre en todo el país y bajo una lógica similar a la de las privatizaciones de los 90, se produce para la generación de condiciones inmejorables para los desarrolladores privados.
El énfasis puesto en la utilidad comercial de las tierras, conlleva una pérdida de consideración vinculada con la rentabilidad social y cultural de los espacios públicos. Esta última se genera cuando son concebidos como lugares de encuentro colectivos, como espacios en dónde se favorece la mixtura social y de manera desmercantilizada.
Por otro lado, surge la pregunta acerca de los nuevos espacios públicos que se generan y se publicitan desde el oficialismo. ¿Serán los nuevos bajo viaductos ferroviarios espacios verdes y públicos de calidad? ¿Será el Parque del Bajo el "nuevo pulmón verde"? La escasa información en detalle sobre esas iniciativas (más allá de los bonitos renders que se distribuyen en los medios de comunicación) no permite hacer un juicio riguroso, aunque la historia reciente nos permite dudar de la verdadera vocación del Gobierno de la Ciudad.
El espacio público, de calidad, que propicie el encuentro de diversos sectores sociales y etarios, de diferentes géneros, de manera segura, es un desafío actual en la ciudad. Como sucedió con la experiencia del Parque de la Estación en Balvanera, la gestión y el diseño participativo de los espacios públicos parece ser el camino para ir hacia una ciudad cada vez más verde y pública. En definitiva, una ciudad con más participación y con una mejor calidad de vida para sus habitantes.
Jefe de Bloque de Unidad Ciudadana en la Legislatura porteña