Espectador solitario
La simétrica disposición de esas estructuras naranjas flanqueadas por gradas gris plomo tal vez no podría descifrarse si no fuera por el hombre alojado en una de ellas. Sin su presencia, las butacas quedan vacías de sentido, de entidad. De hecho, a pesar de su presencia en el Estadio Motera, en la India, mientras observa un partido de críquet del torneo Twenty20, este solitario espectador pone más en evidencia el sinsentido de que un enclave creado para estar atestado de gente se encuentre privado de su función primordial. La prolijidad de la escena, su impecable uniformidad, la ausencia de movimiento y colorido dan cuenta de lo antinatural de esta instalación despojada. Qué interesante sería poder preguntarle a este único espectador cómo la percibe: si se siente un ser privilegiado por estar donde los demás no pueden, o un marginado, por no poder compartir con nadie este momento.