Especulación
WIESBADEN, Alemania.–La tersura de la piel, los pantalones cortos, las pulseras en la muñeca y hasta la forma en que sus manos sostienen el teléfono demuestran que quien está del otro lado del tronco es una mujer joven. Tenemos un cuerpo sin rostro y también un árbol sin copa. Asimismo, hay un tapiz verde de césped que no sabemos si corresponde a un jardín, a una plaza o a un campo. Pero ¿cuánto de las partes nos permiten deducir el todo? La ausencia de un rostro nos impide individualizar a ese ser de entre todos los demás. También nos imposibilita vislumbrar siquiera si está feliz, relajada o, por el contrario, tensa y temerosa, y por eso ha elegido el tronco como refugio para ocultarse. En realidad, lo que perdemos de vista es que nunca tenemos el todo de nadie. Lo que el otro muestra o deja ver es un mínimo porcentaje de todo lo que oculta. Y por eso la indefectible especulación, por más que nos esmeremos, nunca tiene fundamentos.