Estafa
JOHANNESBURGO, Sudáfrica.- No existen caras incapaces de transmitir algo. Por más inexpresivo que sea el gesto, esa inexpresividad misma dice siempre algo sobre alguien. Eso que comunica se puede interpretar según el lugar, el momento y las circunstancias para de ese modo intentar descifrar y poner en palabras qué manifiesta ese rostro. El de este hombre, enmarcado dentro del contorno de una antigua pantalla, es de una elocuencia atronadora: se destaca por sus pómulos salientes, elevados por la contorsión de una boca que es muy probable que esté profiriendo un grito desesperado durante una protesta en Johannesburgo por encontrarse la población castigada ante la ausencia de suministros esenciales como consecuencia de la corrupción de los gobernantes. La impotencia y la bronca de quien se siente estafado son la más genuina e instintiva manifestación del desvalimiento de quien sabe que no cuenta con otros medios para reparar un engaño.