Eterno presente
El camello descansa apoyado en sus patas traseras rodeado de otros que, como él, circulan en el mercado de ganado. Con delicadeza, el comerciante dibuja tatuajes de henna sobre su cuerpo. Lo está embelleciendo en vísperas del festival musulmán Eid al-Adha. Lo que se celebra es el momento en que Dios intervino para salvar la vida de Ismael, hijo del profeta Abraham, ofreciendo un cordero para que fuera sacrificado en su lugar. Así, luego de los ritos de la peregrinación, los musulmanes que están en la Meca en esta época del año realizan un sacrificio animal. Si el camello será víctima o espectador es, en este caso, una duda imposible. Tal vez por eso lo mejor sea congelar la mirada en el crepúsculo tenue de Pakistán: el sol que abandona el horizonte, clima festivo en el aire y un animal que se mantiene tranquilo, sumergido en su eterno presente.